Esta semana publicaba un artículo sobre la decadencia de Barcelona. Tengo que reconocerles que lo escribí sin conocer, ni ver, la campaña publicitaria que ha lanzado el Ayuntamiento. “Barcelona tiene mucho poder”, dice un lema que nos retrae a la Barcelona de Peret. La campaña me parece un buen continente para transmitir ánimos a los ciudadanos, que falta nos hacen. Sin embargo, falta el contenido.

En la Barcelona de Peret, la ciudad tenía poder, era poderosa. Quizá, porque una gitana hechicera preparaba las pócimas adecuadas para dar fuerza a un Maragall olímpico que dio la vuelta a la gran urbe como un calcetín. Maragall era poliédrico, pero tenía ganas, impulso, tesón y, sobre todo, ideas. Vamos, en pocas palabras, dotaba de contenido a la ciudad.

La Barcelona de entonces tenía poder y lo demostraba. Hacía gala de ello. Teníamos un continente y un contenido. La ciudad sabía a dónde iba, sabía como afrontar el más inmediato futuro y se aprestaba a ello. Ahora el continente está bien. Recordar el pasado para impulsar el futuro es un buen recurso, porque apela a nuestro subconsciente para sobreponernos a un futuro incierto y complejo. El contenido no existe.

La alcaldesa Colau no ha hecho una intervención seria sobre cual es su modelo de ciudad, más allá de los parches y de las acciones que sólo pretenden ser un acto de propaganda, e incluso de ocurrencia o improvisación. Esperemos que este julio, en el aniversario del mandato, la alcaldesa tenga a bien hacer balance y mirar al futuro explicando cuáles son sus líneas estratégicas. Esperemos que su línea estratégica no sea cortar algunas calles los fines de semana, o poner un “carril bici expertos” para subir al Carmelo, al Guinardó, a Montjuïc o a Ciudad Meridiana. O sea, que intente ir más allá de las palabras.

Hasta hoy, el único que ha entrado en definir esta estrategia es Jaume Collboni. Con menos enjundia, pero con maneras, también ha diseñado su personal forma de ver la ciudad del futuro. El resto de los grupos se han quedado en el continente y no en el contenido. Elsa Artadi en alarde de erudición ha criticado, con suma dureza, la campaña municipal como “autobombo”. Con tamaño nivel, me pregunto a dónde vamos. Cómo que gustaría que la señora Artadi entrara en el fondo, nos hiciera alguna propuesta, y se alejara de las formas. Nos iría bien como ciudad, e incluso a ella para candidata. Porque no duden que Artadi será candidata a algo.

Esta crítica también es válida para la alcaldesa. Bien por la campaña -ingenua ha dicho de ella, y con razón, Francesc Marc Álvaro en La Vanguardia-, pero mal porque no hay contenido. La ilusión del mensaje, es incuestionable. No es una mala campaña. Ahora sólo falta trabajo, ideas y propuestas para el debate. El mes de julio, tras un año de mandato, es el momento. Esperemos que la alcaldesa no dude porque sino tendremos que decir tras canturrear el Barcelona tiene mucho poder, eso de ¿en serio? Si no hay ideas, no cerramos la puerta a la decadencia.