Si realizáramos una encuesta a los residentes de nuestra ciudad, acerca de si viven mejor o peor, en estos tres últimos años, estoy convencido de que la respuesta no sería otra que el empeoramiento de su calidad de vida. Los datos, que no las opiniones, acreditan la descomunal brecha en desigualdad social que se ha abierto en nuestra ciudad. Nunca hubo tantas plataformas o movimientos sociales contra la acción de un gobierno municipal en nuestra ciudad.

Es evident, que algo no funciona en Barcelona y el relato no puede ser otro que la quiebra de la representación social dentro del Consistorio. Es impensable que un gobierno con 11 regidores y que representa el 15% del electorado municipal pretenda someter al otro 85% con medidas electoralistas dirigidas a sus votantes, olvidándose de realizar una política municipal por y para todos. La ruptura del pacto municipal entre Comuns y PSC, ha llevado a la señora Colau a enrocarse en interés de sus votantes, en vez de realizar o promover una política municipal que sea transversal, integradora y que respete la pluralidad de nuestra ciudad.

Es una obviedad decir que los ciudadanos de Barcelona no se sienten representados en la acción de gobierno municipal, ni representados por el equipo político que dirige, actualmente, nuestro ayuntamiento.

Tenemos múltiples ejemplos, el primero de ellos, la Superilla del Poble Nou, una estructura urbanística edificada contra la voluntad de la mayoría de vecinos residentes en la zona. ¿Dónde se ha visto que el Ayuntamiento de Barcelona se niegue a participar en un referéndum popular organizado para conocer si los vecinos aceptaban o no la Superilla? Y si esto no fuera suficiente, la señora Colau ha negado la posibilidad de conocer la voluntad de los residentes y no ha aceptado el resultado ofrecido por la consulta, negando con ello, la voluntad popular y el sentir real de los vecinos.

Otra cuestión no resuelta por la política municipal y que preocupa a muchos de nuestros ciudadanos es la ocupación ilegal de viviendas. Sin olvidarnos de la nula política municipal sobre control de los precios de los alquileres de vivienda y locales, lo que ha provocado la salida de barceloneses a otros puntos del área metropolitana, en busca de precios de vivienda asequibles.

¿Cuántos espacios emblemáticos de nuestra ciudad han cerrado sus puertas ante la subida del alquiler del local, fruto de la aplicación de las disposiciones adicionales de la ley de arrendamientos? ¿Qué ha hecho el Ayuntamiento de Barcelona para proteger los locales que iban cerrando? Paralelamente se abrían otros marcas globales, que sin demérito hacia las mismas, lo que conseguimos con ello es que nuestra ciudad albergue los mismos locales que en cualquier otra ciudad de Europa. Perdiendo su particular idiosincrasia.

Soy de los que piensa que, en este envite, “Barcelona lo tiene todo a perder”, de continuar, en esta grave deriva, sin proyecto, sin ilusión, sin creatividad.  Los barceloneses pasaremos de tener la mejor ciudad del mundo a tener una ciudad más, perdiendo así su maravillosa esencia. Esa peculiaridad que la distingue y posibilita que cada uno de sus ciudadanos se sienta orgulloso de ser barcelonés.

No podemos olvidar que Barcelona es de los barceloneses y que el consistorio debe hacer política pensando en ello, haciendo más cómoda y amable la vida en nuestra ciudad, posibilitando un turismo sostenible, impidiendo la proliferación masiva de los tops mantas, que perjudican seriamente la imagen de nuestra ciudad y los intereses de los pequeños comerciantes que pagando sus impuestos, no pueden competir con productos ilegales.

En el mismo sentido, no podemos aceptar espectáculos peligrosos y salvajes, como presenciar una pelea a golpe de machete, como si las calles de Barcelona fueran las de un país tercermundista, o la pelea vandálica entre vendedores ambulantes por un trozo de acera. Barcelona no puede convertirse en zona apache.

¿Qué necesita nuestra alcaldesa que ocurra en nuestra ciudad para tomar de una vez por todas, medidas contra el top manta?

¿Quién de nosotros no se ha planteado qué sentido tiene quitarle un carril de circulación al lateral de la Gran Via de les Corts Catalanes para colocar un consabido carril-bici, impidiendo con ello que desde el carril lateral de la Gran Vía ya no se puedan realizar algunos giros a la izquierda?

Sin olvidarnos del carril bici del Turó Park. No obstante, es necesario por mi parte destacar que creo que el carril bici es necesario pero debe integrarse en nuestra ciudad de una manera congruente, pensando no solo en los ciclistas sino en el resto de usuarios de las vías municipales. Es decir, la política municipal puede y debe tener en cuenta la real eficacia de las medidas que toma, ya que se trata de una política que afecta de lleno a la vida de sus ciudadanos.

Si a lo que aspira Barcelona es a convertirse en la capital del sur de Europa, en el hud tecnológico mundial, sede internacional de grandes ferias, ciudad histórica de gran interés turístico, capital del Mediterráneo, por su gastronomía y relevante interés cultural, es evidente que si queremos eso, no podemos seguir con esta deriva, que pone en grave riesgo, el modelo inspirado en Pascual Maragall y que dio origen a la mayor transformación urbanística de nuestra ciudad.

Las políticas han de ser otras, más eficaces, menos partidistas y centradas en el real interés de Barcelona, sus barrios y sus gentes. Sin más.