Hay que saber explotar el dividendo de la paz y de serenidad que emana de la Unión Europea. Europa se ha visto forzada a responder de una manera más integrada frente a la invasión rusa a Ucrania. Hay que aprovecharlo y establecer relaciones más fuertes con las ciudades continentales. Y es que la Unión Europea necesita optimismo para superar la crisis del Brexit, y ahora la de Ucrania, y Barcelona puede ser el foco de atracción para el conocimiento y la creatividad europea. Nuestra capital debería preguntarse de qué oportunidades dispone para reforzar a la Unión Europea actuando.

Así de claro se manifiesta quien fuera alcalde de Barcelona, Joan Clos, actualmente presidente de Agora Urban Conversation en las Jornadas React, organizadas por Barcelona Activa en el Disseny Hub. Y a esta moderadora le parece que el anestesista Clos, como tantos otros conocedores y amantes de la ciudad, tiene prisa por despertar a una Barcelona, que continúa siendo la más maravillosa para vivir en ella --como la escogiera hace pocos días el diario británico The Telegraph, en su sección de viajes--, pero anda adormecida, temerosa y falta de proyectos ambiciosos.

Las brechas verdes y digitales se manifiestan más duras en las ciudades. Ahí tenemos las de conectividad, que se han puesto de manifiesto durante la pandemia del Covid, completará Carme Colomina, investigadora principal del CIDOB, y Europa está actuando sin una estrategia bien definida.

Moderar los ponentes del React para mí es una oportunidad y un lujo. Por eso hoy lo traigo a las páginas de Metrópoli. Pido a la mesa de debate que se comprometa y olvide corrección política y lugares comunes. En eso, Clos se agita: "Hay que actuar, hay que romper huevos para hacer una tortilla". Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato. Clos ha levantado la voz mirando de frente y, de repente, en el auditorio, vuelve la ilusión: hay futuro. Alguien habla en positivo mirando hacia adelante, con visión. Se suelta el exalcalde: ¡a dónde vamos, situándonos en contra del Parque Eólico de l'Empordà! Es un lujo no querer tener molinos de viento en el mar. ¡Y qué pena de capacidad para desarrollar energías renovables tiene Cataluña, con la cifra más baja de toda España! También hay que hablar del aeropuerto del Prat y del puerto de Barcelona. La zona del Delta del Llobregat está antropomorfizada a tope. Pero ¿cómo continuamos discutiendo por la Ricarda? De lo que se trata es de estar a favor de la ampliación del aeropuerto. El Prat debe ser un hub internacional, como lo es el aeropuerto de Logan a Boston (Massachussets, EEUU). Tenemos muchos modelos en quien fijarnos y aprender. No podemos estar diciendo que no a cada decisión, sin ofrecer alternativas. A cambio de la ampliación del aeropuerto, se puede diseñar, por ejemplo, un lago amplio y hermoso, grande, en Collserola, o en el Tibidabo, o en el Vallès… Hay que decir sí a los buenos proyectos para Barcelona y pedir otros a cambio. Aplausos cerrados en el auditorio.

En este punto, el economista José-Moisés Martín Carretero añadirá la necesidad imperiosa de establecer un compromiso en Barcelona para renovar las viviendas energéticamente, a la vez que hay que disponer de un Plan Estratégico de transporte público, a todas luces, absolutamente imprescindible.

Europa actúa frente a Rusia, aunque en realidad lo está haciendo sin una estrategia definida previa, azuzada por la emergencia, puntualiza Carme Colomina. Pero cierto es que los humanos solo nos ponemos de acuerdo cuando vivimos una crisis, que nos despierta de nuestro aletargamiento de panxes contentes, cómodo, añade Clos. Ahora hay que aprovechar el momento de la crisis bélica. Lo sabe bien China: se trata de no desaprovechar nunca una oportunidad. Y estar siempre a punto para tirar adelante un proyecto transformador en Barcelona.

Pues eso.