Normalmente los dichos que riman en un determinado idioma no lo hacen al ser traducidos. El que cito hoy incumple esa norma. Rima en catalán y en castellano: “Barcelona és bona si la bossa sona” y “Barcelona es buena si la bolsa suena”. Eso me facilita titular esta columna como lo he hecho: “Barcelona es buena si Aznavour suena”.

Ante los que consideran que Barcelona se está desangrando por culpa del conflicto político que arrastra los últimos meses, la decisión del cantante francés Charles Aznavour de actuar en el Gran Teatro del Liceo el próximo 20 a de abril demuestra que nuestra ciudad sigue siendo atractiva para los grandes artistas. Antes que él, por el Liceo pasarán Bob Dylan o Norah Jones, dos figuras de primerísimo nivel, pero la actuación de Aznavour es especialmente significativa.

Cierto es que el parisino de familia armenia ha escrito e interpretado más de mil canciones, que ha editado casi trescientos discos, que ha actuado en casi cien países y que ha dado miles de conciertos, aparte de protagonizar 80 películas. Pero lo que realmente impresiona es que siga actuando teniendo en cuenta que el 22 de mayo cumplirá 94 años. A esa edad, lógicamente, el conocido como “embajador de la canción francesa” selecciona con sumo cuidado donde actúa y donde no. Que opte por hacerlo en Barcelona debe honrar y satisfacer a quienes vivimos en esta ciudad.

Ya estuvo en los Jardines de Pedralbes en junio de 2016. Se marcó dos horas de concierto en una demostración de vitalidad y ganas de vivir ante la que hay que descubrirse.

Quien quiera verle deberá desembolsar 118 o 138 euros. Son las únicas localidades que aún quedan en venta. Las más baratas –de 28, 48, 69 y 98 euros- ya se han agotado. Las más caras –de 158 o 178 euros- también.

A estas alturas, el dinero no debe importarle mucho. Hay que pagar para verle y oírle, pero, sobre todo, habría que pagarle por elegir Barcelona para interpretar “She”, “La Mamma” o “La Boheme” dentro de mes y medio. Quizás no sea consciente de ello pero para muchos será un chute de moral y admiración por el valor de la vida de las que esta ciudad anda necesitada últimamente.