Las ciudades son ecosistemas sociales complejos, interconectados y continuamente cambiantes, moldeados y transformados a través de la interacción de diferentes intereses y ambiciones. Garantizar el empleo, el desarrollo sostenible, la inclusión y la calidad de vida son cuestiones importantes. Las infraestructuras de las ciudades, atendiendo a estas preocupaciones, comprenden una diversidad de servicios, como salud, energía, educación, gestión ambiental, transporte y movilidad, seguridad pública, etc. Desde que empezó la cuarta revolución industrial, en la que seguimos inmersos, cada vez más estos servicios están habilitados por infraestructuras de banda ancha, redes de sensores inalámbricos, aplicaciones en red basadas en Internet, datos abiertos, plataformas abiertas, IoT, Big Data, etc. Llegados al punto en el que nos encontramos, una ciudad que hoy en día pretenda llamarse inteligente (Smart City) necesita encontrar soluciones creativas para implementar políticas y proyectos urbanos de toda índole y condición.

La ciudad inteligente es un ecosistema de innovación urbana, un laboratorio vivo que puede actuar como agente de cambio. ¿City Lab o Living Lab? Preferiblemente ambas cosas (laboratorio de ciudad y laboratorio viviente), porque todo lo que haya que testarse en un laboratorio requiere, finalmente, ser probado en el hombre para valorar que funciona; en este caso, en una comunidad de ciudadanos que son quienes hacen que una ciudad pueda intitularse ciudad. Ojo, decimos ciudad y no urbe. El latín distingue claramente civitas de urbs. Urbs sería lo evidente a nuestros ojos, lo tangible: las calles, las plazas, los edificios y las construcciones que la conforman. Civitas, por el contrario, es el componente humano de la ciudad, el conjunto de personas que la conforman; la ciudadanía que crean, entre todos, sus habitantes. Ya lo tenían claro los antiguos romanos, sí…

Como laboratorio viviente, la ciudad debe situar a la gente en el centro mismo del proceso de innovación, pero éste ha de estar centrado en el ser humano, no en las máquinas inventadas para que viva mejor. Por eso resulta difícil avanzar en la investigación centrada en los laboratorios vivos: porque hay seres humanos de por medio, no robots.

Smart City Expo World Congress (SCEWC), el evento sobre ciudades inteligentes y soluciones urbanas ‘smart’, que se inaugura este martes organizado por Fira de Barcelona, se confirma como el certamen internacional líder al reunir en una edición récord a 700 urbes de todo el mundo. El SCEWC, que se prolongará hasta el jueves en el recinto de Fira Gran Via, contará con la participación de grandes capitales, tales como Ámsterdam, Atenas, Atlanta, Bruselas, Chicago, Copenhague, Estocolmo, Ginebra, Nueva York, Roma, Londres o Yokohama. Todas ellas expondrán sus prestaciones y analizarán el empoderamiento ciudadano como clave para el desarrollo de las ciudades y del mundo futuro. Barcelona, la organizadora, no puede quedarse al margen de este movimiento de futuro que ya es presente. ¿Va a seguir siendo inteligente nuestra ciudad?