La jefa de filas de Junts per Catalunya le interesa poco el ayuntamiento. Más bien nada. Toda su actividad se centra en la política catalana. La prueba la hemos tenido hace escasas horas cuando se incluyó a Elsa Artadi en la delegación catalana que acudirá a la Mesa de Gobiernos. A Artadi le pregunté durante la campaña electoral si identificaba los colores con las líneas de metro de Barcelona. Su respuesta fue simplemente que ella cogía los Ferrocarriles de la Generalitat y que usaba el coche oficial. Sigue en eso. Seguro que no identifica las líneas. La política municipal la trae al pairo.

Artadi fue un valor en alza. Puigdemont le daba hace dos años todos los parabienes. Parecía que podía aspirar incluso a ser la primera presidenta de la Generalitat. No pudo ser porque su sombra se hizo alargada y molestó al “amado líder” residente en Bélgica. Ahora, en esas carambolas a las que nos tiene acostumbrados la formación neoconvergente, Torra incluye a Artadi en la comisión negociadora.

Esperemos que su papel no se reduzca al más que lastimoso que realizó cuando Junts dio su voto a los presupuestos municipales. Artadi estaba, como casi siempre, en fuera de juego. Comunes y PSC negociaban con ERC. La líder de la derecha independentista catalana no movió un dedo mientras Ernest Maragall, fajador incansable desde tiempos inmemoriales, cuajó un acuerdo y asumió el protagonismo de los primeros presupuestos en cinco años.

Entonces a la señora Artadi le entraron las prisas y se ofreció para apoyar también los presupuestos. Se reunió con Jaume Collboni que le preguntó que quería incluir en los presupuestos para lograr su apoyo. El líder socialista barcelonés se quedó “pasmado” cuando Artadi le dijo que nada, que ya le parecían bien. La sorpresa fue tan mayúscula que Collboni le ofreció algunos temas como la construcción de una guardería. Fue suficiente porque la política municipal es muy desagradecida y hay que picar muchas piedra, sobre todo, si estás en la oposición.

Artadi hace bien en dedicarse a la política catalana. Es diputada y está en su derecho a hacerlo, pero un año después de las elecciones las aportaciones al debate municipal por la líder neoconvergente son escasas. Más bien nulas. Tampoco es que en política catalana destaque mucho más allá de la política participar activamente en este batiburrillo que nos ofrece Junts per Catalunya. Con este papelón, Artadi haría un gran favor a los barceloneses, pero sobre todo a su propio partido si presentara la dimisión como concejal. Zapatero a tus zapatos, dice el dicho y estoy convencido que en Junts per Catalunya hay gente que quiere trabajar en el consistorio. Pasar de todo, no es de recibo señora Artadi. Sino quiere dedicarse a la política municipal no lo haga, pero ejerza de convidada de piedra.