Estos días estamos asistiendo al debate sobre la necesidad y la viabilidad de la ampliación del Aeropuerto del Prat. Nos encontramos por una parte, aquellos que dicen que la ampliación es imprescindible y que es compatible con la biodiversidad del territorio en la que se encuentra, criterio avalado y reivindicado por 200 entidades del ámbito económico y empresarial de Catalunya. Mientras que otros, como son los ayuntamientos afectados y la plataforma Zeroport, manifiestan que la ampliación de la tercera pista supondrá unos daños medioambientales en los terrenos de la Ricarda.

La terminal T1 del Aeropuerto del Prat se diseñó en su día pensando en un aeropuerto de ámbito mediterráneo y no como una infraestructura internacional, aunque desde siempre ha tenido una clara vocación internacional. El actual aeropuerto tiene una capacidad máxima de 55 millones de pasajeros, un techo de pasajeros que casi se superó antes de la pandemia. Un tránsito de pasajeros que podía verse aumentado con la construcción de una nueva terminal satélite. Un proyecto que entiende para el año 2026 una previsión de 70 millones de pasajeros. Esta opción convertiría el Prat en uno de los aeropuertos más importantes de Europa, porque prevé así mismo que, una vez superada la crisis sanitaria, recupere para el 2024 el tránsito de pasajeros que tenía antes de la pandemia. Sin embargo Aena, dependiente del Ministerio de Fomento, y como entidad pública que gestiona los aeropuertos nacionales, vincula la construcción de la terminal a la ampliación de la tercera pista. Un concepto puesto en entredicho por algunos, como consecuencia de que la construcción de la terminal se justifica por sí misma. 

Agentes económicos, junto con diversas instituciones y entidades, firmaron este mes de mayo un manifiesto con el nombre: Sí a la ampliación del Aeropuerto Barcelona-El Prat. Abogan por hacer realidad la ampliación como indispensable para el futuro crecimiento económico de la ciudad, lo cual representa un coste de oportunidad importante, al ser una inversión millonaria de 1.700 millones, que se podrían perder. El calendario de inversiones de la red de Aena para el periodo 2022-2026 contempla esta partida, que el Consejo de Ministros de este mes de septiembre próximo tendrá que autorizar y aprobar. El manifiesto muestra su apoyo al proyecto de ampliación de la tercera pista presentado por Aena, e insta a un consenso institucional para llegar a un acuerdo entre todas las partes implicadas. Aunque desde diversos ayuntamientos como el de Barcelona, El Prat, Gavà y Viladecans, así como desde la Generalitat y la plataforma Zeroport, se oponen al proyecto. El motivo principal de discordia y oposición es la afectación, que dicha ampliación de la pista de unos 500 millones de largo, supondría en la Ricarda, un antiguo brazo de río, que conforma una laguna de 800 metros de longitud por 100 metros de ancho, provocando la desaparición de las aves que habitan en ella. Un espacio protegido y que forma parte de la Red Natura 2000 de conservación de la Biodiversidad, aprobada por la Comisión Europea, y esta tendrá la última palabra si se tiene que desproteger. También alertan sobre la posible afectación que podría tener en el aumento de gases, principalmente en dióxido de carbono como consecuencia del aumento de vuelos. En otro orden de cosas, algunos ven posible que también se vea afectada la operatividad de las actuales grúas del puerto, como consecuencia de la longitud de la nueva pista. 

Tanto Aena como las entidades que abogan por el proyecto de ampliación son conscientes de que desaparecerían irremediablemente los humedales de la Ricarda. Por ello, proponen compensar la pérdida de estos espacios protegido, con la incorporación de un nuevo espacio natural en el Delta, y poder de esta manera ampliar la superficie que actualmente está protegida.

Parece ser que en la actualidad no existe un entendimiento entre las partes, y que hace necesario establecer una mesa de diálogo en la que se impliquen los ayuntamientos e instituciones. El acuerdo es un objetivo hoy por hoy difícil de cumplir, máxime si pensamos que los plazos apremian. Porque el Consejo de Ministros tendrá que aprobar la inversión en septiembre de este año. 

Merece la pena también destacar una propuesta que surgió hace años, y que los ecologistas tildaron de impensable, y era de construir una cuarta pista en el mar. Una idea que el Puerto de Barcelona estableció hace años, ampliando su superficie al ganar terreno al mar, y desviando así mismo parte de la desembocadura del río Llobregat. Una propuesta, la del aeropuerto, que aunque parezca descabellada, se podría llegar a analizar mediante un estudio técnico y medioambiental riguroso, con la participación de todas las partes implicadas.  

En resumen, ¿estaremos dispuestos a perder una inversión millonaria prevista para nuestra ciudad? ¿Seremos capaces de llegar a acuerdos? Unos pactos que se hacen necesarios, y que hagan viable un hub intercontinental, sin unas afectaciones medioambientales tan traumáticas, y que sin duda contribuiría a la recuperación económica tan necesaria hoy en día. Unos acuerdos que lógicamente tengan en consideración, el provocar el mínimo impacto ambiental que sin duda puede llegar a tener. Analizando las posibles alternativas que confluyan en una propuesta que eviten perder una de las inversiones en infraestructuras tan importante para la ciudad. En este sentido cobra importancia aquella frase que nos decía: Que la ocasión 'la pintan calva', un refrán que proviene de la representación de la Diosa Ocasión, conocida como Diosa de la Oportunidad. Una Diosa hermosa de larga melena por delante y calva por detrás, que cuando pasa por delante se debe de coger por la pelambrera, ya que cuando acabe de pasar no tendrá cabellera por dónde cogerla.