Johan Cruyff fue una persona tan genial como controvertida. Nada diplomático, decía siempre lo que pensaba, legitimado por su pasado como futbolista, y casi nunca tuvo buena sintonía con los dirigentes. Sus jugadores le respetaban, pero le temían tanto o más que le admiraban, porque él mejor que nadie apretaba las cuerdas para tener la plantilla tensionada. Un año después de su muerte, nadie cuestiona su legado y sólo mentes muy maquiavélicas, tal vez de la época de los godos, pueden cuestionar que él cambió la idionscrasia del Barça.

La historia del club no puede reducirse a Cruyff, porque antes hubo futbolistas que marcaron una época como Samitier o Kubala, pero ningún deportista ha trascendido tanto como el holandés. Como futbolista lideró la Liga de 1974, posiblemente la más celebrada, pero su influencia se multiplicó durante los ocho años (1988-96) que dirigió al Barça. Su despido desató una guerra civil en el Camp Nou que lastró a la entidad durante muchos años. Y sus derivadas, reactivadas hace siete años por Sandro Rosell desde el rencor más profundo, siguen intactas.

Cruyff no vaciló cuando Rosell cuestionó su figura y devolvió la insignia de oro que le acreditaba como presidente de honor del Barça. En los últimos meses de su vida buscó la concordia y se acercó a Josep Maria Bartomeu, pero nunca tuvo una buena sintonía con los neonuñistas.

“Johan es de todos”, proclamó su hijo Jordi tras el fallecimiento, agradecido por las muchas muestras de afecto que recibió la familia. Recientemente, Bartomeu quiso seducirlo con una oferta, pero el nuevo técnico del Maccabi Tel Aviv se desmarcó de la propuesta. Mientras, el entorno más próximo a Johan buscaba iniciativas para honrar su memoria.

El miércoles (14 de junio) se celebró en Barcelona el primer homenaje “Amics de Johan”, presentado por los periodistas Xavi Torres y David Torras, privilegiados conocedores de la obra del holandés. Ambos, además, vivieron una experiencia única, “de gallina de piel”, el día que dieron un paseo por Collserola con un Johan ya enfermo que se emocionó cuando, desde una atalaya tan privilegiada, miró hacia el Camp Nou. “Es bonito, eh”, fue la sentencia de Cruyff.

Pep Guardiola, Ferran Adrià y Sergi Pàmies compartieron vivencias y experiencias con Johan en un encuentro muy distendido que hizo feliz a Susila, una de las hijas del exfutbolista y exentrenador. En el auditorio de Mediapro estaban los amigos de verdad de Johan. Entre ellos, el expresidente Laporta y antiguos futbolistas del Barça como Eusebio, Bakero, Roger García y Xavi. Ellos son los otros hijos de Cruyff. Los continuadores de su obra, en los buenos y en los malos momentos, por devoción.