Pere Aragonés y Ada Colau no estuvieron presentes en la inauguración del Salón del Automóvil. Colau ha alegado razones personales, que siempre son muy oportunas, y Aragonés que estaba votando en el Parlament, pero pensando en este fin de semana “histórico” para el independentismo. Lo cierto es que una, por motivos muy republicanos, y otro porque el procés sigue marcando su agenda estuvieron ausentes porque estaba presente el rey Felipe.

En conclusión, los motivos de “alta” política llevaron a la alcaldesa de Barcelona y al presidente de la Generalitat a ausentarse de un Salón en el que estaban presentes desde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, hasta la ministra de Industria, Reyes Maroto, pasando por representantes de las patronales y empresas del sector y empresas vinculadas en proyectos de futuro. O sea, estaban los interesados en saber dónde se ubicará la fábrica de baterías, que será un revulsivo social y económico allí donde se sitúe, y lo más importante, estaban los que tienen que decidir. Pero eso, no preocupa por lo que parece ni al presidente catalán ni a la alcaldesa de Barcelona.

La pasada semana se supo que el Gobierno decidirá antes de final de año donde se ubicará la citada fábrica. Cataluña opta, Barcelona también, a ser la sede. Lo hacen también otras comunidades como Galicia, Extremadura -que además tiene reservas de litio-, Castilla y León, Valencia, Navarra y Aragón. Todas pujan y desaprovechar oportunidades como la inauguración del Salón del Automóvil es tanto como tirarse un tiro en el pie. Además, las empresas que han presentado sus proyectos que también estaban presentes el jueves pasado pueden interpretar esas ausencias como falta de interés. Aragonés también plantó hace unos meses a la empresa SEAT justo el día que presentaba su proyecto para la construcción de la fábrica de baterías. Ahora lo hace por segunda vez..

La alcaldesa sigue el mismo camino del presidente. No abrió la boca mientras Nissan cerraba sus puertas y no se le atisba ardor guerrero para conseguir que la nueva fábrica recale, por ejemplo, en la Zona Franca. A uno y a otra les interesa más la “alta” política que esta bazofia de baja política de dónde instalar una fábrica de futuro. El Grupo Volkswagen tiene dos fábricas de estas características en Europa. Una tercera en España no es un tema baladí, pero esto es baja política. No está a la altura, valga la redundancia, de la “altura” de miras de los dos líderes más importantes de este país.

Lo dicho, la fábrica de baterías tendrá su destino antes de final de año y solo una comunidad será la agraciada. El cabreo en las desestimadas será monumental. Les adelanto lo que sucederá si no recae en Cataluña. La culpa será de Madrid y se vestirá la culpabilidad de una nueva afrenta a Cataluña. Eso sí, se pondrá sordina a la ineficacia técnica de la Generalitat y, mucha más, a la política. Colau, en su guerra particular contra el coche sea de gasolina o eléctrico, quizás opte por la callada por respuesta y a lo sumo lance dardos contra Aragonés, aunque los justos porque en su encamamiento con ERC no entra la crítica. Si la fábrica no llega a Cataluña tendremos un capítulo más de “alta” política. En la baja habremos perdido otra vez porque las formas en este país siempre pueden al fondo.