Sociedad Civil Catalana decidió la pasada semana tensar la cuerda. A partir de este viernes cortarán los Túneles de Vallvidrera para forzar al conseller Miquel Buch a poner orden en la Meridiana. De esta forma, SCC quiere forzar a la conselleria de Interior a tomar decisiones para poner fin a la “sinrazón” de los cortes de la entrada norte de la ciudad. Apenas un centenar de activistas, que piensan que son el alma de una supuesta revolución, “joden” la vida a miles de automovilistas que vuelven a casa después de su jornada laboral. Buch, “acollonit” por si le vuelven a llamar “botifler”, se ha puesto de perfil tras más de un centenar de días de colapso y mala gaita entre los ciudadanos afectados. Los Mossos siempre presentes en la Meridiana miran a otro lado porque tienen orden de ser permisivos.

El hartazgo ha llevado a SCC a tomar una decisión que pone a Buch en la cuerda floja y le fuerzan a tomar decisiones. Si la Meridiana es libertad de expresión, Vallvidrera también lo será. Sin embargo, los argumentos de SCC son manifiestamente mejorables. Según reza su comunicado oficial, tras la rueda de prensa de Sánchez Costa: “hasta que los trabajadores que viven en la Meridiana no puedan volver a casa con normalidad, dificultaremos a los independentistas que se vayan a esquiar el fin de semana”. ¿En serio?

Al escucharlo no salí de mi sorpresa. O sea, que en Meridiana los indepes impiden a los trabajadores, supuestamente no secesionistas, llevar su vida normal, y SCC quiere fastidiar a los indepes, así en general, que van a esquiar el fin de semana. No era consciente que los ciudadanos de Sant Cugat, Rubí o Terrassa son indepes que van a esquiar el fin de semana. Eso es noticia en sí mismo. Además, SCC dijo que cortaría el acceso a los Túneles desde la Vía Augusta. Sorprende este lugar porque si el corte se produce en este punto no sólo se bloquean los Túneles sino también el acceso a la Ronda de Dalt, tanto en dirección Baix Llobregat como Barcelonès Nord.

Bien está que SCC quiera presionar a Buch, también lo hará el PSC en el Parlament, pero los argumentos son de una bajeza que sólo pueden ser comparados con el independentismo más irredento y barriobajero. Vamos, que llevamos la política al fango. Solo faltaría que SCC hiciera los cortes de la mano de los extremistas de derechas que tienen su centro neurálgico en la cercana Plaza Artós.

Mientras nos entretenemos en estas luchas cainitas de confrontación y de medio pelo, el independentismo sigue marcando su ritmo. Ocupó la Cambra de Comerç, se ha hecho con la presidencia de la Fira, con amaños controla el Colegio de Enfermería, trata de asaltar los rectorados de las universidades, planifica su “ocupación” en Can Barça y lanza un nuevo pulso en la Unión Patronal Metalúrgica, paso previo para atacar a Foment del Treball. Se diría que el árbol no deja ver el bosque. Para algunos, porque el independentismo más radical se está dedicando a controlar la estructura social catalana para hacerla “palmera” de sus postulados. Mientras, SCC se limita a agitar los espantajos que les benefician. Mientras se cortan los Túneles de Vallvidrera el independentismo avanza sin demasiados problemas, porque SCC está más en la algarada que en lo importante.