El domingo será un día de infarto. Las elecciones municipales en Barcelona están en un puño. Republicanos y Comunes parece que se están disputando el liderazgo, pero el PSC de Jaume Collboni está apretando en esta recta final de campaña. Las encuestas dan resultados variopintos, pero todas ponen en evidencia que el nuevo gobierno de Barcelona será un calvario, con mayorías débiles. Los que parecen descartados de la carrera son Junts per Catalunya y Ciudadanos, aunque al final sus votos serán fundamentales. Y la CUP y el PP, jugando la promoción para no quedarse fuera del consistorio, dando codazos con Jordi Graupera, que reencarnado en Llanero Solitario amenaza, y de qué manera, los malos resultados de JxC, dejándolos en peores.

En conclusión, sólo Maragall, Colau o Collboni pueden ser alcaldes. Maragall se presenta como opción de futuro, pero lo cierto es que Ernest es pasado. Quiere ser el heredero de su hermano, pero quienes lo conocemos sabemos que Pasqual tenía las ideas, no Ernest, que como mucho era un alumno aventajado. Maragall parece perder fuelle en esta recta final de campaña, porque el tiro en el pie que se dieron los republicanos vetando a Miquel Iceta como senador les puede pasar, de hecho les pasa, factura. Maragall tiene a favor que conoce la ciudad. Mi duda es que se haya puesto al día con Barcelona. Su Barcelona está a años luz de la actual.

Colau no ha hecho la campaña rompedora de hace cuatro años. Quizás, porque los efectos de su -mala- gestión se hacen notar. Ha irrumpido en las redes con vídeos vistosos y ahí también ha recibido de su propia medicina de manos de Rafa, un rapero cabreado por la gestión insípida, inodora e incolora de una alcaldesa que quería comerse el mundo, y sólo se ha comido un colín. La alcaldesa, además, está impregnando sus actos de propuestas que, si más no, sorprenden -como la rebaja en el transporte público-, son evidentes mentiras -como la supresión de las discotecas del frente marítimo- o son simplemente aberrantes -cubrir cinturón del litoral para hacer vivienda cuando hay más de 80 solares esperando en la ciudad-.

Collboni ha ido de menos a más en esta campaña. Durante cuatro años ha “picado piedra”, en la oposición y en el gobierno, del que fue defenestrado de malas maneras por Colau, poniendo en evidencia sus formas de hacer. En esta campaña, Collboni no ha dejado pasar ni un solo día sin hacer una propuesta concreta. Desde exigir el cobro de la deuda pendiente a la Generalitat, que Colau no hace por no molestar en demasía, hasta guarderías, vivienda, transportes, pasando por un relato de ciudad que se encuentra a faltar en el resto de candidatos.

En estos comicios, no nos jugamos solamente qué ideología seguirá al frente del consistorio, sino qué alcalde lo puede hacer mejor. Cada uno puede optar por quién quiera, pero sí usted quiere votar un buen alcalde su opción es Collboni. El 26 de mayo no se vota constitucionalista, independentista o populista, se vota un alcalde que piense y trabaje por Barcelona. Collboni es la apuesta, no lo dude.