Esta semana veíamos, con estupor, las imágenes que se hicieron virales en las redes sociales, donde un agente de la Guardia Urbana de Barcelona sufría una grave agresión. El agente recibió patadas en la cabeza por parte de aquellos a los que intentaba proteger de un ladrón que ya había robado.

Estas imágenes, brutales y espeluznantes, nos interpelan a todos y nos obligan a hacer una reflexión sobre la facilidad con la que nuestra policía está siendo agredida constantemente. Están siendo muchas las imágenes de policías que son atacados y, en ocasiones, en las que los vemos salir corriendo a causa de una muchedumbre que los quiere atacar. Por no hablar de los agentes de seguridad privada de metro y trenes que han sido agredidos en las últimas semanas. Estas situaciones generan una sensación de impunidad, lo que podría incitar a que otros llevaran a cabo tales acciones.

Una gran parte de culpa la tiene la clase política populista, que gobierna a golpe de tuit y que hace creer a la sociedad que nuestra policía, la que hace posible la seguridad en las calles, sea vista como un peligro, como el enemigo número uno a eliminar. Un claro ejemplo de ello son los intentos por hacer desaparecer aquellas unidades que imponen más respeto a los delincuentes e incívicos, los recortes en las promociones, mintiendo en las ratios que impone Europa o la falta de material, entre muchas otras.

Ada Colau, en su primer mandato, prometió la desaparición de los antidisturbios de la Guardia Urbana y ninguneó la importancia de la seguridad de la ciudad de Barcelona al no nombrar un concejal para ese área. Desprestigiar a la policía y considerar la seguridad una cuestión menor nos ha llevado a la situación actual en la ciudad Condal: robos, narcopisos, okupaciones de viviendas y locales por parte mafias, falta de efectivos policiales y las agresiones físicas a los cuerpos y fuerzas de seguridad sin rubor alguno.

Para Valents la seguridad es un pilar fundamental. Lo hemos demostrado en múltiples intervenciones, peticiones y negociaciones. Conseguimos el compromiso del gobierno municipal de dotar al cuerpo de la Guardia Urbana, al llegar a 2023, de 3.500 agentes, así como la implantación de las comisarías de noche en todos los distritos de la ciudad. Si queremos mejorar la seguridad de Barcelona, debemos hacerlo de la mano de aquellos que están cada día dando la cara y, en ocasiones, jugándose la vida por todos nosotros. El modelo policial de Barcelona debe ser revisado y, muy probablemente, necesitemos uno de nuevo, adecuado a la realidad y a las necesidades de la ciudadanía.

Aquellos que hemos dedicado parte de nuestra vida a la seguridad, en mi caso en los Mossos d’Esquadra, somos más conscientes de las necesidades que sufren los cuerpos policiales, pero también de las situaciones de inseguridad que viven los ciudadanos. 25 años de servicio en distintas áreas y funciones aportan un gran conocimiento y experiencia, sin duda alguna.

Por último, desde Valents queremos desear una pronta recuperación al agente de la Guardia Urbana agredido esta semana; un agente que no dudó ni un momento en exponer su integridad física en favor de unos desconocidos.

No debemos olvidar que sin seguridad no hay libertad.