Hace muchos años, más de los que consigo recordar, mi padre me llevaba a la escuela Sant Jordi sita en la calle Camelias de Barcelona. Con carácter previo a dicha parada obligada, había otra igual de importante, en un colmado de 'queviures' donde vendían unas maravillosas trenzas de bizcocho con azúcar que, sencillamente, me encantaban. Ese colmado, como tantos otros de la calle Secretario Coloma, se erigían como la columna vertebral comercial del barrio de Gràcia Nova. Así la antigua Clínica Quirón, la inspección de trabajo de la Seguridad Social, el parvulario arlequín, la farmacia Busquets, la sucursal de La Caixa, la escuela Pinadell, nuestra añorada tienda de deportes Eurosport, la panadería, la tienda de gominolas del 112 a la que acudíamos después de jugar a futbol en el parque de los pisos blancos, intentando emular a los grandes del campo del Europa, y para finalizar con un buen futbolín en el Finlandia y la Cocacola en el Rosmay de nuestro estimado Sede y cía. Pues bien, ese era nuestro barrio: vivo, alegre, transversal, dinámico, cercano, pero sobre todo era emocionante. Las mejores sensaciones que un niño-adolescente podía tener de su barrio. Sin duda no se pudo tener mejor infancia ni mejores vecinos.

Centrándonos en la misiva de hoy, voy a decirles que me parece bien cambiar el nombre de Secretario Coloma, y no por la chorrada de su significación de un hombre que vivió hace más de 500 años y que tuvo implicaciones con la santa Inquisición. No por eso, no, sino porque todo lo que les he descrito arriba ha muerto. Salvo la farmacia y nuestro Rosmay (que hacen más horas que un reloj para seguir adelante), de ese barrio no queda nada. Es increíble como la política y la falta de adopción de medidas tendentes a proteger los barrios ha provocado que hoy la calle Secretario Coloma sea un monumento a la tristeza, sin alegría, sin niños, con los comercios que aún perduran agonizando por falta de actividad, sin nuestras guarderías… en definitiva, sin ilusión. Es un lugar decapitado de esperanza y que solo la inercia del día a día lo sostiene con cierto equilibrio.

PD: El último negocio en cerrar ha sido la PEMA, aluciné cuando supe que también había cerrado nuestro quiosco de libros.

Y sí, a esto le llamo populismo del bueno, si realmente lo que hay que mejorar de la calle Secretario Coloma es su nombre a instancias del Nomenclátor, realmente lo tenemos fatal. Como si cambiar el nombre fuera a tapar las vergüenzas de una política municipal que califico de nefasta, sin ideas, con absoluta carencia en innovación, es la manifestación real del fracaso en las políticas sociales y de sus gentes. Hemos abandonado a las personas y se ha impuesto el interés partidista y el de la silla, antes del propio interés vecinal al que se debía proteger por encima de todo. Cuando se gobierna desde Twitter y los medios de comunicación, el resultado es este, ningún otro, exactamente este. De igual modo, no piensen que esto es un hecho aislado, es decir, este descalabro vecinal se ha reiterado en muchísimos barrios de Barcelona. El último ejemplo ha sido el barrio del Poblenou con la implantación de la superilla, donde las políticas de la Sra. Ada Colau nos han demostrado cómo se ignora a la voluntad popular y, en definitiva, cómo se destroza un barrio.

Y no me vendan 'milongas' de que no se podía hacer otra cosa: es una realidad que las políticas sociales y económicas bien implementadas hubieran evitado tan escalofriante relato. Las medidas deben ser otras, y las primeras recuperar a nuestros jóvenes, promover políticas de natalidad mediante la compatibilidad de la vida laboral y personal, (políticas de proximidad), mejorar los salarios mejorando drásticamente la productividad, implementar medidas concretas de protección a la vivienda, en especial, la renta por alquiler, lanzar un ordenado plan de reactivación económica de todos los comercios que ahí habitan y todos aquellos que podrían aperturarse, mejorar la movilidad y abaratar los costes del transporte público, en definitiva aplicar el sentido común y no permitir que la precariedad prevalezca sobre la ilusión. Debemos reconquistar el barrio, devolver el espíritu de liderazgo vecinal, seamos conscientes que tenemos un espacio increíble con un potencial increíble. Dicen que Gràcia es el corazón de Barcelona, y pienso que es uno de los mejores y más bonitos barrios del mundo, pero si no lo cuidamos y velamos por él, si no creemos en nosotros mismos para sacarlo adelante, lo enviaremos a la UCI sin posibilidad de recuperación. Adiós Secretario Coloma, vivir bajo tu yugo fue de lo más bonito para mí. Bienvenido Pau Alsina, te deseo todo lo que he escrito y vas a tener a los tuyos para que así sea.