Menos mal que el colectivo okupa trabaja con información atrasada (ya se sabe que no leen la prensa porque solo dice mentiras) y no se ha enterado de que la redacción de este diario ha cambiado de sede recientemente, por lo que su ataque de rabia del otro día contra Metrópoli Abierta resultó tan eficaz como ladrarle a la luna o hablar con la pared. Pero la (mala) intención ahí estaba y consistía en tratar de amedrentar al diario cuyos redactores y columnistas les hemos hecho saber la opinión que nos merece la mayoría del sector okupacional local, que en nada se parece al de los squatters londinenses de la era Thatcher, cuando uno podía encontrarse entre a ellos a Joe Strummer antes de fundar The Clash, o a sus homólogos berlineses, que uno conoció durante una visita a la ciudad y que eran un prodigio de educación, cultura y militancia alternativa. Los nuestros, ya ven, son más bien de ensuciar las aceras con frases absurdas (La prensa apunta, la poli dispara: ahora me entero de que los okupas caen como moscas, abatidos a tiros por la Guardia Urbana y los Mossos d'Esquadra), romper cristales y considerar sus gamberradas, como hacen los ceporros de Arran, muestras de resistencia antisistema.

Se ha agradecido la solidaridad de casi todas las fuerzas políticas con este diario, así como la llamada personal de Albert Batlle al respecto. El silencio sepulcral de los comunes (y corrientes) y de los de ERC no puedo decir que me haya sorprendido, pero sí entristecido un poco por lo que significa: que a Ada y al tete -en referencia a Ernest Maragall, como es conocido en los mentideros políticos el hermano de Pasqual Maragall- se la sopla que se atente contra un medio de comunicación que les molesta porque no solo no les baila el agua, sino que les recuerda constantemente su estupidez, su prepotencia y su ineptitud. Nadie les pedía que nos enviaran un ramo de flores, pero se hubiese agradecido la toma de partido por un diario no subvencionado en vez de un silencio cómplice con los responsables del fallido atentado.

La actitud del tete es menos relevante porque no está en el gobierno de la ciudad, pero que a la alcaldesa -quien calla, otorga- le parezca bien que unos energúmenos ataquen la redacción del diario digital más leído de Barcelona ya me parece más grave. Hasta ahora se conformaba con no dirigirnos la palabra y no responder a nuestras preguntas. Nos tenía en la lista negra por desafectos y respondones. Pero ahora ha dado un paso más hacia la intolerancia: como es evidente que no nos cae bien, si nos atacan unos cenutrios, ella toma partido por los cenutrios. No abiertamente, claro está. No ha salido a decir que hay que chaparnos la publicación, pero ante un atentado tan evidente contra la libertad de expresión como este violento escrache en la dirección equivocada, se apunta a un silencio cómplice tras el que se adivina la inconfesable teoría de que nos merecemos cualquier desgracia que nos pase: por díscolos, desafectos a su régimen y nada dispuestos a aplaudir ni una de las chorradas que se le ocurren a diario para contribuir a que Barcelona llegue a ser a medio plazo una ciudad realmente invivible.

No le costaba nada quedar bien y solidarizarse con Metrópoli Abierta, pero, simplemente, no le ha dado la gana. No sé si es consciente de ello (o de algo, en general), pero, en su posición, despreciar al atacado equivale a tomar partido por el atacante. Eso sí, teniendo en cuenta que Ada es capaz de estar a favor y en contra de la tecnología 5G, también podría ser que el ataque a Metrópoli Abierta le parezca bien y mal. Todo es posible cuando tienes de alcaldesa a la gata de Schrödinger.