Que la alcaldesa nos levante la camisa haciendo de ciudadana avispada para irse con la familia fuera de la ciudad, me molesta, pero me parece un poco marciano que Junts per Catalunya pida su dimisión. Que diga que lo de Illa --candidato-- es insostenible si sigue en su puesto el otro Illa --el ministro--, se podría volver en su contra. A mí me parece insostenible que Colau amague con presentarse a las elecciones si lleva años sin hacer de alcaldesa. Sin embargo, lo que más me ha sorprendido es que el Síndic le haya dado sopas con onda a la señora alcaldesa, que le haya sacado los colores, y haya puesto en la picota al peor concejal de Barcelona desde la instauración de los ayuntamientos democráticos. Después de este nuevo episodio no queda otra señora Colau: cese a Eloi Badia.

El Síndic abrió de oficio una investigación para comprobar la acusación del consistorio de que Aguas de Barcelona había cobrado 7,4 milones de euros aprovechando la pandemia. Jordi Martí, en rueda de prensa, añadió que “el incremento en el recibo ha sido un error de Aguas de Barcelona en el recuento del consumo de los últimos meses”. Ahora, el Síndic cita a las compañías para ver como está el tema --un síndic que sigue en su puesto de forma ilegal, todo hay que decirlo-- pero reconoce que se ajustaron a la legalidad de la normativa. Una normativa que depende del hooligan Badia que en sus ratos libres ejerce de concejal. Después de llamar a las compañías ladronas, hemos sabido que las compañías suministradoras de agua se acogieron escrupulosamente al reglamento del servicio municipal del agua del AMB en la facturación realizada en los periodos en que no se disponía de la lectura real del contador y en el periodo inmediatamente siguiente en la que ya se disponía de la lectura real. O sea, que las acusaciones de Eloi Badia de que las compañías habían actuado con libre albedrio y cobrado de más no se ajusta a la realidad. La propia Colau, vestida esos días de indignada, instó a Agbar a recalcular las facturas emitidas, cuando el problema radicaba en que una normativa que no estaba pensada para el COVID, pero que ni el consistorio ni el AMB modificaron en ningún momento. De hecho, esta normativa sigue vigente.

También Badia negó que el nuevo impuesto aumentara la factura, cuando la tasa de residuos ha supuesto un incremento del 20%. El informe del Síndic recoge que uno de los motivos del incremento de la factura es esta tasa de residuos del Ayuntamiento de Barcelona, una tasa de nueva creación. Este incremento, este impuesto, ha actuado con nocturnidad y alevosía, aprovechándose de la pandemia. Me gustaría saber cómo haría la alcaldesa para pagar esta tasa si los bares y restaurantes, o están cerrados, o están bajo mínimos. O sea más impuestos con menos ingresos.

El Síndic ha convocado a las compañías a una reunión para exigirles más proactividad en la regularización de los cobros a los clientes durante la pandemia, junto con mayor información a los consumidores, para solventar los desajustes de facturación que se generaron por la aplicación de una normativa que se sitúa en el origen del conflicto. Aguas de Barcelona ha informado que se han regularizado el 93% de las facturas erróneas y tiene previsto llegar al 100% a finales de enero. La reacción del Síndic llega tarde, pero por una vez le ha sacado los colores a la alcaldesa y ha puesto negro sobre blanco una forma de actuar.

Por cierto, mucho ha chillado la alcaldesa estos días contra los cortes de luz. ¿Alguien se acuerda del fiasco de la energética municipal? Aquí también Badia calla. Aquella energética limpia se ha convertido en otra de sus cutreces. No se irá a la Garrotxa por Reyes, pero sigue en su puesto. Esto me ofende más. Elsa Artadi, no tengo claro si tiene el mismo conocimiento del suministro de agua y del suministro eléctrico que de los colores de las líneas de metro de la ciudad, pero quizás estos son más importantes para afear la actitud a Colau, que afearle a la alcaldesa que le ponga “morro” a sus movimientos familiares. Por eso no merece ser reprobada. Tras el informe del Síndic, sí se lo merece. Una acusación falsa bien vale un cese, o una reprobación. No un viaje a La Garrotxa.