Perdón a Ventura Pons (Barcelona, 1945-2024) por plagiar el título de su documental sobre Colita y diez amigas. (Es otro saludo a aquel paseante habitual del Eixample, derecha). Buena exposición sobre la fotoreportera Colita (Isabel Steva Hernández (Barcelona, 1940-2023) en el Circulo de Bellas Artes de Madrid, aunque sólo centrada en la recuperación del libro “Antifémina” (1977.) Redactado por la escritora feminista Maria Aurèlia Capmany (Barcelona, 1918-1991), tanto la exposición como el libro únicamente tratan de su feminismo común. Ni rastro de Colita en el Photo Forum de Barcelona. Ha sido un éxito de público con muchas actividades, zonas comerciales y mesas redondas. Ha incluido “más de 20 exposiciones de los mejores fotógrafos del mundo”, según el fotógrafo Carles Figuerola, ideólogo y director del evento. Pero Colita ni está, ni se la recuerda ni la cita en la entrevista concedida a este diario.

En los obituarios, esquelas, semblanzas, recordatorios y otros lamentos tardíos, Colita ha sido encasillada y monopolizada por el feminismo, olvidando o marginando otras bellísimas obras de arte fotográfico y del reporterismo. Demasiado polifacética para clasificadores y clasificadoras de flaca y sesgada memoria, nadie ha reparado en la faceta publicitaria de Colita. Lúcida y sarcástica, tampoco nadie ha hurgado ni se ha fijado en su divertido pasado publicitario.

Se puso a gusto en “La mosca”, irrepetible desplegable de tres pliegos (12 páginas) y de  60 por 40 cms. Publicado por Edicions 62, Editorial Lumen y Seix Barral. Con un análisis y un cómic del ilustrador Enric Sió (Badalona,1942-1998). Una entrevista de Juan Benet a Carlos Barral (Barcelona, 1928-1989) otra a William Burrouhgs, un dibujo de Cesc (Barcelona, 1927-2006) y un poema de Félix de Azúa. ¿Responsable de publicidad de aquel culto pasquín publicitario? Colita. Perla perdida, sólo consta que se publicase un número. Precio: diez pesetas. 

Primera frase de Colita: “Aunque muchos de nosotros vivamos más o menos de ella, hay que confesar que la publicidad es un asco”.  Y sigue: “La culpa no es nuestra, sensibles artistas llenos e ideas brillantes y buena voluntad, sino de esa horda de clientes horteras y ese público compuesto por consumidores de cultura futbolística, que nos obligan (es decir nos pagan por) retratar a niños asquerosos comiendo galletas, a hacer filmlets con Gracita Morales y la Rafaela esa de la nevera o a promocionar a un banco muy listo que se ha dado cuenta que la mujer española, en cuanto ha soltado la bayeta, se ha puesto a ganar dinero”.  

Aprovechando la ocasión que le brindaba “La Mosca”, propuso una nueva campaña publicitaria para “actualizar a nuestras hembras y colocarlas en el lugar que les corresponde”.  Su eslogan fue: “Aunque impedida, hermosa”. Su imagen, una señora preciosa de bellísimas piernas que afirmaba: “AUNQUE IMPEDIDA, ¡HERMOSA!”. Iba sentada en una silla de ruedas, anunciaba “Medias Lindacuja para paralíticas” (lindo muslo) e incitaba: “Arroje la mantita de cuadros que ha estado ocultando sus encantos”.  Argumentando que la medias Lindacuja “harán de usted una paralítica nueva… más bella… más femenina…” Políticamente incorrecta hoy en día para las personas discapacitadas, hasta las impedidas de aquel entonces se reían con Colita. A la concejalía de cultura de Barcelona, que participó en la coedición de  “Antifémina”, aún se la espera, post mortem.