El 9 de marzo de 1997, Juan Manuel Bergua y Luisa Vera perdieron a su hija. Se llamaba Cristina, tenía 16 años. Fue de su casa en Cornellà a una discoteca en Barcelona con su novio Javier R.R. y nunca regresó. Los 26 folios del informe que redactó el detective privado Jorge Colomar estremecen e indignan. Todas las personas relacionadas con Cristina y todos los datos apuntan al mismo culpable. También era el principal sospechoso para la policía. Pero sigue libre por falta de pruebas. Veinte años después, se certificó el fallecimiento de Cristina. Una calle y un monolito llevan su nombre en Cornellà. Su padre, su madre y su ciudad no la olvidan. Juan Bergua ya era el padre coraje que fundó Inter-SOS, la primera asociación de familias de personas desaparecidas que consiguió cambios legislativos.

La tenacidad y el sacrificio de Juan lograron que en 2014 la Generalitat crease la Oficina de Atención a las Familias de Personas Desaparecidas, también pionera en España. El 2016, el Ministerio de Interior constituyó el Centro Nacional de Desaparecidos. Y el periodista Paco Lobatón creó la Fundación Quién Sabe Dónde, nombre de su programa televisivo. Después, se presentó al Congreso el Estatuto de la Persona Desaparecida, que mejoró los protocolos y la coordinación policial y aseguró en las redes sociales la intimidad, el honor y el derecho al olvido de los desaparecidos. Presidida por Joaquín Amills, también destaca la Asociación SOS Desaparecidos en el apoyo y difusión de las personas desaparecidas. Todas han prestado y prestan un inestimable servicio a las familias afectadas y a la sociedad. El pasado 9 de marzo, Día de los Desaparecidos, los medios de comunicación les dieron menos visibilidad de la que se merecerían cada día.

Juan Bergua y los representantes de estas asociaciones coinciden en que desde la desaparición de Cristina hasta ahora se ha avanzado mucho, aunque faltan recursos para afrontar los problemas que afectan a su actividad. Los cuerpos policiales también han divulgado los cambios positivos, los adelantos técnicos y los refuerzos y esfuerzos dedicados a investigar estos casos, desde que Bergua encabezó el movimiento reivindicativo de familias y asociaciones dedicadas a este servicio social. Pero Juan y Luisa aún viven en el desconsuelo. Porque el informe Colomar dejó claro quién hizo desaparecer a Cristina.

Es un individuo frío y psicopático que no participó en nada que ayudase a encontrar a Cristina. Siempre repitió la misma versión sin ni una contradicción. Falso y arrogante, dio pistas y rumores falsos para buscar en dos grandes vertederos. Pero la jueza del caso tardó meses en autorizar la búsqueda. Javier R.R. se burló de la policía y de los padres de Cristina. Viajó a un país sin extradición, por si acaso. Y se jactó de su inocencia en el programa de TV3 Cas Obert, que presentaba Àngel Casas. Los inspectores vieron el programa en directo y analizaron las cintas. Concluyeron que su gestualidad y su falsa seguridad le delataban. Pero no era una prueba. Juan Bergua y más personas no le pierden de vista. Y cuando cometa un error, aparecerá la verdad sobre la desaparición de Cristina Bergua. Tenía 16 años.