La Generalitat ha puesto en marcha un programa de reparto de artículos para la regla femenina –o personas menstruantes, como se prefiera-- a bombo y platillo.

Con un presupuesto de 3,3 millones de euros, la Administración catalana reparte una compresa de tela, unas bragas o una copa menstrual –a elegir-- por mujer. No sé si el presupuesto incluye la gran campaña de publicidad o solo se refiere a los consumibles que repartirán las farmacias entre quienes se hayan inscrito en el portal de lamevasalut.cat, una web que se ha colapsado de tantas solicitudes. Oficialmente, no es que haya colapsado, sino que no daba abasto para atender el alud de solicitudes: 165.000 en el primer día, según la funcionarial explicación del departamento de Salud de la Generalitat. Ha pasado como en los primeros días de las listas para vacunarse contra el covid, que el sistema era incapaz de responder a tanta demanda. El sistema ha vuelto a colapsar.

En el caso de la pandemia, por las prisas naturales, pero en el de las compresas por nuestra atracción por lo gratuito, también muy natural. El interés objetivo de una copa menstrual de regalo para 40 años de menstruación no parece que deba mover muchas voluntades, pero, ya se sabe, a caballo regalado no le mires el diente.

El programa, que había sido aprobado a finales del año pasado, se aplica en torno al 8 de marzo, el Día internacional de la Mujer, como gesto oportunista de un Govern que con tanta frecuencia hace seguidismo de las iniciativas anarquizantes de la CUP y su mundo.

En Catalunya viven en torno a 1,8 millones de mujeres en edad fértil, lo que supone que del presupuesto menstrual de la Generalitat tocan 1,8€ para atender las necesidades de cada una de ellas a lo largo de su vida con el periodo. De existir voluntad real para reducir o acabar con la discriminación económica que supone vivir la regla casi 500 veces, lo lógico sería eliminar los impuestos de esos productos o dispensarlos gratuitamente a través del sistema sanitario público, farmacias, Caps u hospitales. Lo demás es ridículo por demagógico.