A menudo, los nombres de las cosas se mantienen, pero en ocasiones no son los correctos. Es el caso del mal llamado Pabellón de Italia, cuyo auténtico nombre es Edificio Z6, que es claramente algo más complicado. Una construcción de 2.400 metros cuadrados, ubicada delante de la conocida Font Màgica de Montjuïc, proyectada por el ingeniero Carles Buïgas. Un proyecto urbanístico que fue diseñado en su día por el arquitecto paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier para albergar la Exposición Universal de Barcelona el año 1929. Como consecuencia de ello, para esta exposición se construyó en este lugar el Pabellón de Italia, un edificio proyectado por el arquitecto Portaluppi de estilo clásico y monumentalista, derruido y hoy día desaparecido. Una construcción que representaba una arquitectura ecléctica al gusto de la Italia fascista de aquel entonces.

Posteriormente, en el año 1960, se levantó un segundo pabellón en el mismo sitio con motivo de la XXVIII Feria Internacional de Muestras de Barcelona. Un edificio que tampoco duró mucho: diversas deficiencias estructurales hicieron que se derribara en los años 80. Más adelante fue sustituido por la actual construcción en forma de hangar aeroportuario que, desgraciadamente, con su estética absurda y al mismo tiempo discordante con su contexto, podemos ver hoy en día. Una arquitectura insulsa, resultado de una perversión urbanística, que sigue llamándose de forma errónea Pabellón de Italia. Curiosamente, el propio Ayuntamiento lo denomina de esta manera incorrecta.

Este edificio con estética de nave industrial está ubicado en una zona calificada como zona verde, haciendo de este modo insalvable su conservación y remodelación. El pasado mes de marzo dejó de pertenecer a Fira de Barcelona, revirtiendo su titularidad al Ayuntamiento. Este último ha instado la apertura de un expediente de demolición al estar construido en una zona calificada como verde. Sorprende que el anterior consistorio decidiera establecer unos nuevos usos para el hangar, recogiendo las demandas de diferentes asociaciones para disponer de un espacio para actividades deportivas. Un hecho insólito al tener una calificación que no lo permitía. Unas palabras que se fueron con el viento por la imposibilidad de poderlas llevar a cabo.

En la actualidad es necesario remediar los errores de un desatino urbanístico por el bien de la ciudad y también para poder ser rigurosos con el cumplimiento de la normativa al caso. Una zona verde indispensable que dibujará un gran espacio libre a cada lado de la Font Màgica, contribuyendo a perfilar, de este modo, un entorno más acorde con el contexto urbanístico de la zona. Como nos dice Lluis Permanyer en su artículo El fruto de una aberración urbanística, “Una historia vergonzosa y perversa. Se debe recuperar a toda costa y sin más dilación este espacio verde”.