Párking Saba en la calle Pau Claris de Barcelona / GUILLEM ANDRÉS

Párking Saba en la calle Pau Claris de Barcelona / GUILLEM ANDRÉS

Sucesos

Así saquean los párkings de Saba una banda de ladrones chilenos

Los Mossos d'Esquadra atribuyen ocho robos en coches en el Eixample a un grupo de multirreincidentes

14 diciembre, 2020 00:00

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Las 39 detenciones de S.R.D (37 años) entre 2019 y 2020 demuestran que robar es una suerte de oficio a tiempo completo para algunos ladrones de Barcelona. La predilección de este delincuente: el robo con fuerza en interior de vehículos. Su banda, formada por cuatro hombres más de nacionalidad chilena, tiene una obsesión: los párquings de Saba del distrito del Eixample. Al menos cinco aparcamientos del Eixample han sido objetivo de estos saqueadores profesionales desde mayo. Ocho robos en total que los Mossos d'Esquadra atribuyen a este grupo criminal multireincidente.

La pandemia no ha frenado la ajetreada actividad de estos individuos de entre 22 y 40 años. Todos acumulan antecedentes policiales por robo con fuerza en interior de vehículo, un delito castigado con una pena de entre 1 a 3 años de prisión. Son multireincidentes, están en libertad y siguen empleando su tiempo a lo que mejor saben hacer: romper las ventanas de coches para sustraer cualquier objeto de valor que esté a su alcance.

OBJETIVO: LAS VENTANAS

Son las 09.59 horas del pasado 27 de mayo cuando S.R.D entra en el aparcamiento del número 32 del paseo de Gràcia. Lo hace en compañía de M.A.G ( 24 años) y J.R.A (40 años). En esa primera incursión, los Mossos sostienen que roban un ordenador portátil Hewlett-packard valorado en 500 euros. La jornada no termina ahí. Tres horas más tarde regresan y actúan en otro vehículo. Se llevan un pasaporte español, una tableta electrónica, un móvil y otro ordenador. 

Los ladrones especializados en saquear los aparcamientos de Barcelona no roban al azar. Con una linterna escrutan el interior de los vehículos. Cuando eligen su presa, hacen estallar los cristales de los coches con un variado arsenal de instrumentos: destornilladores, llaves pequeñas y agujas. Ellos lo llaman quebrar las ventanas, como señalan fuentes jurídicas conocedoras de las actividades de estos incansables rufianes.

UN BOTÍN DE 5.000 EUROS

El botín conseguido el 9 de agosto en el número 148 de la calle Casanovas superó con creces al obtenido meses antes. Logran sustraer una decena de productos tecnológicos por valor de 5.000 euros. En las diligencias policiales a las que ha tenido acceso Metrópoli Abierta los agentes relatan: "Los autores muestran una actitud decidida y eficiente. Se reparten las tareas y las alternan, controlando el entorno y haciendo una búsqueda visual de los vehículos más idóneos. Actúan con profesionalidad, de manera sistemática y con gran constancia".

 

Un vehículo tras haber sufrido un robo en uno de los aparcamientos de Saba en julio de 2019 / MA

Un vehículo tras haber sufrido un robo en uno de los aparcamientos de Saba en julio de 2019 / MA


 

Desde Saba señalan que los robos en aparcamientos son un "problema de ciudad" que afecta a otros estacionamientos y a sectores del comercio. En los últimos años han reforzado la seguridad de sus negocios con más cámaras que enfocan las entradas y salidas, pero también otras ángulos del interior de los párquings. "En el marco de las medidas de seguridad pasiva avisamos por megafonía a los clientes que recuerden no dejar nunca objetos de valor a la vista", explican fuentes de la compañía barcelonesa.

POCA VIGILANCIA

La unidad de la policía catalana destaca la "elevada incidencia" de estos tipos de robos por parte de personas de nacionalidad chilena. También hay grupos de bosnios que actúan en aparcamientos al aire libre. La céntrica ubicación de los párquings, la intensa actividad comercial de alrededor, el uso de turistas y personas que compran artículos de lujo convierten estos espacios en un caramelo para estos delincuentes. Los Mossos también apuntan al "poco personal de vigilancia" como un factor a tener en cuenta.

Fuentes de Saba rechazan hacer comentarios sobre esta última afirmación y destacan la "colaboración" con la policía catalana y el resto de fuerzas y cuerpos de seguridad. Aseguran que este trabajo conjunto se saldó hace unos días con el arresto de tres hombres y una mujer acusadas de robar en nueve coches de un estacionamiento del distrito de Sant Martí. Las mismas diligencias policiales reflejan esta colaboración estrecha con el operador de aparcamientos, concretamente, en el acceso a las imágenes de las cámaras de seguridad, la prueba principal del delito que usa la policía para acusar a esta banda.

LADRONES TEMPOREROS

"Los chilenos no tienen límite, están muy descontrolados. Se dedican a esto, ellos le llaman trabajar. Se levantan a las nueve y van con tres amigos de párquing en párquing hasta las diez de la noche", explican fuentes jurídicas. La característica de los chilenos es la temporalidad. Recalan en Barcelona unos meses y se van moviendo por Europa en países como Italia y Francia. "Tienen una gran movilidad geográfica dentro del país y en otros países donde también delinquen", afirman los Mossos.

Varios coches han aparecido con los cristales rotos
Imagen de archivo de un coche con el cristal roto en un aparcamiento 
 

Este tipo de ladrones apuran su actividad delictiva decenas de robos similares hasta que afrontan un juicio. Un escenario que se repite con frecuencia es la condena a tres meses de prisión. Al ser la primera pena, los magistrados suspenden la pena con una condición: no cometer delitos en el plazo de dos años. Si lo incumplen se revoca la suspensión y el acusado ingresa en la cárcel.

ROBAR EN FAMILIA

Es un proceso que dura unos años. Mientras, estos ladrones reincidentes actúan impunemente. Cuando la justicia les pisa los talones, abandonan el país. Si, en cambio, ingresan en prisión, pueden pasar una larga temporada entre rejas porque una vez dentro empiezan a recibir causas pendientes y la bola de los delitos cometidos  como un boomerang

La policía ha detectado que también roban en familia. En algunos casos cuando cumplen 18 años sus padres les compran el billete de Santiago de Chile a Europa con una misión: conseguir dinero y enviarlo al otro lado del charco para contribuir a la economía familiar. Después de cometer los robos venden en pocos días el botín en el mercado negro.