El primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, durante un pleno del Ajuntament de Barcelona / HUGO FERNÁNDEZ

El primer teniente de alcalde de Barcelona, Gerardo Pisarello, durante un pleno del Ajuntament de Barcelona / HUGO FERNÁNDEZ

Información municipal

Pisarello, la gota malaya de los comuns

Los desplantes irrespetuosos del primer teniente de alcalde de Colau indignan a la oposición

16 mayo, 2018 21:13

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El primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Gerardo Pisarello (Barcelona en Comú) es de aquellas personas que, a primera vista, no cae bien. Es difícil encontrar en la hemeroteca declaraciones u opiniones de alguno de sus rivales políticos en el consistorio barcelonés hablando bien de él, alabando alguna de sus virtudes. Y en los off the records en privado, sus compañeros de consistorio tampoco lo hacen, más bien al contrario, con independencia de su color político. Sus tics autoritarios en los plenarios, sus malos modos con la oposición y sus intervenciones ácidas -que rozan la ofensa y el desprecio por el contrincante- le han granjeado una muy pero que muy mala reputación.

Aunque al primer teniente de alcalde tampoco parece que le moleste mucho lo que los demás piensen de él. La prueba es que desde que aterrizó en la alcaldía como lugarteniente de Ada Colau, no ha modificado ni un ápice su carácter prepotente, “de perdonavidas”, como lo ha descrito uno de los portavoces de la oposición. Siempre se cree en posesión de la razón absoluta, por encima del bien y del mal, y no tiene piedad a la hora de despedazar a sus interlocutores en los debates, atacando siempre sus puntos débiles. En eso es feroz e implacable, como una gota malaya.

Pero Pisarello también es capaz de aburrir hasta la nausea a quien se le ponga delante con sus soliloquios infructuosos, mientras saborea lentamente un mate. Esto es lo que les ha sucedido más de una vez a los concejales de los otros partidos cuando han sido citados a su despacho para negociar. Todos (o casi todos, porque lo que están más próximos ideológico al edil suavizan los calificativos) coinciden en señalar que el teniente de alcalde habla mucho pero nunca se llega a ningún acuerdo con él. “No sabe ni quiere negociar”, critican desde la oposición.

LA PIEDRA NARANJA EN EL ZAPATO

La piedra en el zapato de Gerardo Pisarello, la que ha conseguido sin proponérselo sacar lo peor de él ha sido la presidenta del grupo municipal de Ciutadans (Cs), Carina Mejías. A Mejías, le tiene especial inquina y nunca la ha respetado cuando ejerce como presidenta de la Comisión de Economía. El último encontronazo entre ambos se produjo en la comisión de este pasado martes. Como ocurre con mucha frecuencia, el primer teniente de alcalde de los comuns estaba en la inopia cuando le llegó el turno de contestar a una pregunta de un concejal de la oposición. Se quedó en blanco y en silencio, para desesperación de la presidenta de la comisión.

Los dos acabaron a gritos limpio y la líder barcelonesa de la formación naranja abandonó visiblemente enfadada su puesto en la mesa presidencial de la sala Lluís Companys y se marchó a casa antes de que finalizara la sesión. La bronca fue explosiva. Mejías reprochó a Pisarello “su comportamiento vergonzo e intolerable, su falta de interés, de respeto y de educación”. Para compensar, el primer teniente de alcalde le respondió que gritaba “como una maestra de escuela autoritaria”. Para Mejías fue una contestación “machista”, para Pisarello esta acusación es “banalizar” el machismo.

Lo cierto es que Gerardo Pisarello se ha ganado el mal rollo con Carina Mejías y con algunos otros a pulso. Llega a la comisión sin papeles, sin apuntes, sin documentación, sin nada, y mientras el resto de concejales interviene, él no levanta la vista de su móvil. No importa que le estén hablando a él. Le es indiferente. Una vez (una de sus hazañas míticas) se levantó a hacerse un café mientras la concejal del grupo municipal Demócrata (PDeCAT), Sònia Recasens, le estaba interpelando. Recasens se enfadó muchísimo y le reprendió por el desprecio que le estaba dispensando. Pero Pisarello ni se inmutó. Regresó a su sitio como si nada, con la taza de café en la mano y siguió sin prestar la más mínima atención a la edil demócrata.

MALEDUCADO EN FRANCÉS

Otra de sus grandes perlas la cultivó en el último pleno municipal, cuando se dirigió a Carina Mejías en francés para restregarle que se esté especulando con la posibilidad de que el exprimer ministro francés (y de origen barcelonés), Manuel Valls sea el próximo alcaldable de Ciutadans, en detrimento de la propia Mejías. El teniente de alcalde le dijo algo así como que "no pintaba nada en la política global". La concejal de Cs le respondió que era “un maleducado”.

Los desplantes y los desprecios reiterados de Pisarello han hecho que varios grupos de la oposición se hayan quejado formalmente de él a la propia alcaldesa. Pero ni Colau tomó medidas, ni su teniente de alcalde cambió de actitud. Por ahora, hasta Carina Mejías ha descartado aumentar el nivel de sus quejas y no ha pedido su reprobación oficial. Pero la edil de Cs ha dejado claro que “se le tiene que dar un toque de atención”. “Hay que recuperar la dignidad (de la Comisión de Economía) y exigirle que cumpla con sus obligaciones a la hora de rendir cuentas con la oposición, y a la hora de estar presente en las sesiones”, como mandan los cánones.

El pique personal entre Mejías y Pisarello es difícil que se diluya de aquí al final del mandato municipal. Al contrario, todo apunta a que irá a más, porque Colau también ha entrado a la greña en las descalificaciones sistemáticas a Ciutadans. El último desencuentro ha venido a cuento de que la semana pasada la alcaldesa no fue recibida en el Congreso de los Diputados por el portavoz parlamentario de Cs, Juan Carlos Girauta. El portazo de Girauta trajo cola y elevó la temperatura del conflicto bélico-político que mantienen las dos formaciones desde que Ada Colau llamó “ratas” a Albert Rivera, a Girauta y a la propia Carina Mejías.

SIN PROPÓSITO DE ENMIENDA

Gerardo Pisarello ha asegurado a los medios que va a ha sido abogar porque, a partir de ahora, todos los concejales barceloneses escojan un tono en sus intervenciones y en sus disputas dialécticas “que evite la crispación”. Incluso se ha comprometido a que él tratará de hacer lo mismo “de cara al futuro”. Tampoco inmediatamente. A lo que no se ha comprometido en absoluto es a ser más respetuoso con los ediles de la oposición, en especial si son mujeres, ni a cambiar sus modales. Tampoco ha anunciado ningún propósito de enmienda. Genio y figura.