La desconfianza de Colau en Pisarello ha ido en aumento durante la legislatura

La desconfianza de Colau en Pisarello ha ido en aumento durante la legislatura

Información municipal

Las tensiones de BeC debilitan a Colau

En apenas 4 años en el poder se ha dinamitado la unidad interna

25 marzo, 2019 00:00

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El paso por el poder acostumbra a despertar resquemores entre aliandos, a perder pedazos de amistad entre amigos y ha romper confianzas entre personas hasta entonces inseparables. No es la primera vez ni será la última. Y eso es, exactamente, lo que le ha pasado a Barcelona en Comú en su tránsito por el Ayuntamiento.

A nadie se le escapa que alcanzaron al alcaldía gracias al carisma de su líder, Ada Colau. Un carisma que actuó como aglutinador de un grupo tan heterogéneo que al cabo del tiempo ha acabado por fragmentarse en múltiples incapaz de mantenerse ajeno a las luchas internas, a los intereses diversos y a los proyectos diferentes.

PRIMERAS GRIETAS

A lo largo de la legislatura se han ido viendo muestras de que en el Shangri-La de los comunes empezaban a aparecer grietas que amenazaban con perturbar la aparente paz que se respiraba dentro del grupo municipal.

La aparente calma se empezó a romper tras la decisión del núcleo duro de Ada Colau, Gerardo Pisarello, Jaume Asens, Eloi Badia y Gala Pin, de romper el pacto de gobierno con el PSC. Dos piezas importantes del engranaje de los comuns quedaron tocadas: Janet Sanz y Laia Ortiz.

Las dos, procedentes de ICV, eran partidarias de mantener el acuerdo para, entre otras cosas, facilitar el gobierno. No fue así y los problemas para aprobar iniciativas, incluidos los presupuestos, han sido patentes. Eso sin contar con las reprimendas que se han ganado en un pleno en el que estaban en franca minoría.

Pese a todo, la primera sigue en la candidatura municipal y ocupará el puesto número tres tras haber logrado reconducir su situación en el seno del equipo municipal. Sin embargo, Laia Ortiz ha preferido abandonar la política.

DESCABEZADOS

Tras ese episodio, las cosas han ido de mal en peor. El talante de Gerardo Pisarello le ha causado numerosos problemas al equipo de Colau, mientras que los devaneos independentistas de Jaume Asens han puesto a la alcaldesa en más de un desaguisado.

El primero ha visto cuestionada su labor tanto desde dentro del equipo de gobierno como desde la oposición. La oposición critica su talante y sus formas, su nula capacidad de diálogo, ni siquiera cuando se trata de negociar algo tan importante como los presupuestos municipales. Y eso ha ido minando la confianza que Colau depositó en él cuando formò su gobierno.

El run-run del malestar ha circulado por los pasillos del Ayuntamiento desde hace tiempo, aunque desde el partido han insistido en que no eran ciertos. Sin embargo, el final de la legislatura ha puesto a cada uno en su lugar.

Pisarello, que empezó como mano derecha de Colau, ha tenido problemas para encontrar, o que le encontraran, su lugar. Primero se iba a Europa a defender el municipalismo, pero ha acabado tercero en una lista al congreso encabezada por Jaume Asens y con Aina Vidal, una casi desconocida, en segundo lugar.

La marcha de Asens, otro de sus hombres fuertes al inicio de la legislatura, es una claro intento de alejar la candidatura de las veleidades independentistas. Aunque también es cierto que Pablo Iglesias quiere tener a su lado en el congreso a alguien con acceso directo al mundo independentista y por eso ha insistido en varias ocasiones que Asens encabezara la lista. Y por eso no se entiende por qué Colau lo incluyó en su lista municipal pocos días antes de que cambiara el Ayuntamiento por el Congreso.