Ada Colau, alcaldesa de Barcelona / EFE QUIQUE GARCÍA

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona / EFE QUIQUE GARCÍA

Información municipal

El equipo de Colau se agrieta

El gobierno y el personal de confianza, "sin experiencia y con prepotencia", no han sabido gestionar el Ayuntamiento de Barcelona

22 febrero, 2018 21:49

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El pasado lunes, la alcaldesa Ada Colau fue pillada en una rueda de prensa sin tener noticias de la agresión a dos agentes de la Guàrdia Urbana la madrugada del sábado en el Port Olímpic. Habían pasado dos días del ataque y Colau, máxima responsable política de la Guàrdia Urbana, no sabía que dos de sus policías habían sido apalizados.

Colau fue pillada totalmente a contrapie. Hablando claro, hizo el ridículo. Está claro que una alcaldesa como Colau no puede saber todo lo que ocurre en una ciudad, pero llama poderosamente la atención que nadie la informara del incidente. Ni sus regidores, ni el servicio de prensa municipal, ni el gabinete de alcaldía, donde están sus más estrechos colaboradores, al que se acaba de incorporar, por cierto, el exportavoz de la PAH, Carlos Macías, a razón de unos 50.000 euros anuales. 

CALLADA CUANDO NO TOCA

Un exalto cargo municipal que conoce bien a Colau explica que la alcaldesa, si se vuelve a presentar a las elecciones y gana, haría bien en blindarse y exigir a sus más estrechos colaboradores seriedad en el trabajo. Han sido demasiadas las veces que Colau no ha estado bien asesorada y bien ha callado cuando no debía hacerlo, no ha estado a la altura del cargo o ha sido incapaz de alcanzar acuerdos en temas estratégicos de la ciudad, como los presupuestos.

El equipo de Colau lo forman una decena de regidores, una docena de comisionados --cargos que sin ser regidores ejercen como tales--, más de 40 consellers de districte y decenas de cargos intermedios entre directores de área y personal eventual de libre designación entre el que figura Vanesa Valiño, mujer del primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, y Tatiana Guerrero, pareja del concejal de Presidencia, Eloi Badia. "El Ayuntamiento es como una empresa, no un club de amigos. Ellos son inexpertos y quienes les asesoran tampoco tienen experiencia", apuntan fuentes de la oposición.

La lista de las incorporaciones con Colau es larga, pero ni así Barcelona en Comú ha sido incapaz de evitar errores de bulto. El pasado septiembre, un derrumbe provocó el hundimiento de 144 nichos en el cementerio de Montjuïc, con 358 afectados. Pero cinco meses después del siniestro, la alcaldesa, tan dada a utilizar las redes sociales, no ha dicho ni una palabra sobre el caso. Ni ha pedido una disculpa. La gestión la ha dejado en manos de Badia, una de las personas de su máxima confianza, que también ocupa el cargo de presidente de la empresa de Cementiris. Y el resultado ha sido una gestión nefasta de la peor crisis municipal del mandato. La propia síndica de Barcelona, Maria Assumpció Vilà, ha criticado la falta de mantenimiento del camposanto, la ausencia de transparencia y la poca informacion que se ha dado a las familias. Vilà ha reclamado también una indemnización por daños morales para los afectados. 

Fuentes municipales explican que el gran problema de los comuns "ha sido la inexperiencia", pero también la prepotencia con la que han actuado. "Vienen del activismo y en lugar de ser prudentes, y dejarse aconsejar, han actuado de manera muy prepotente". Las mismas fuentes recuerdan que en el Ayuntamiento trabajan unas 13.000 personas y que el presupuesto municipal es de 2.500 millones de euros. "Para gestionarlo, no sirve cualquiera. Es necesaria una profesionalización, algo que Colau y su equipo menosprecian". "Se sentían tan inseguros que hasta incorporaron como gerente a Jordi Martí, ex del PSC. No se lo creían, pero les faltaban manos y algo de experiencia", añade el portavoz. 

Colau y su equipo tampoco han estado muy acertados en la promoción de la candidatura de Barcelona para acoger la Agencia Europea del Medicamento. De hecho, a los comuns jamás les interesó que la EMA (según sus siglas inglesas) viniera a la capital catalana. “No deis mucho la lata con la Agencia Europea del Medicamento. No habléis muy alto de ella, porque la EMA es un tema que no es del agrado de las bases de Barcelona en Comú", soltó la alcaldesa a los socialistas cuando firmaron el pacto de gobierno.

Con posterioridad, esta frase tomó cuerpo y se tradujo en una ausencia total de Colau en la promoción de la candidatura barcelonesa. El 18 de octubre, Colau no viajó a Bruselas para defender la candidatura junto a la ministra Dolors Montserrat y el conseller Toni Comín. El Ayuntamiento estuvo representado por el segundo teniente de alcalde, Jaume Collboni. El líder socialista defendió la candidatura barcelonesa, pero hizo un papel que no le tocaba.

400 MILLONES DE PÉRDIDAS

A la postre, la EMA no vino a Barcelona. La inestabilidad política por el proceso independentista fue determinante, pero la alcaldesa no hizo bien su trabajo: representar a la ciudad y no a las bases de su partido, que parece que influyen demasiado en ella. La negativa de la Agencia Europea del Medicamento ha supuesto para la ciudad una pérdida de cerca de 400 millones de euros, 900 empleos directos y otros 5.000 de indirectos. Pero eso parece que no es importante para los comuns.

Sin duda, "el gran error de Colau este mandato ha sido la ruptura con el PSC", apunta un alto cargo de ICV. Oficialmente, el pacto quedó finiquitado tras la consulta a las bases de Barcelona en Comú --donde únicamente votó a favor el 54,18%-- por el apoyo socialista a la aplicación del artículo 155. Pero lo cierto es que la ruptura con el PSC se fraguó mucho antes en los despachos de la Casa Gran. En la conjura participaron Gerardo Pisarello, Eloi Badia, Gala Pin y Jaume Asens, el núcleo duro de la alcaldesa. Asens es independentista declarado e impuso sus tesis pese a que la coalición de izquierdas funcionaba. 

La decisión provocó una grieta en el gobierno y en el entorno de los comuns. Regidoras de ICV, como Laia Ortiz y Janet Sanz, eran contrarias a romper con el PSC. No eran las únicas. El exsecretario general de Podem, Marc Bertomeu, llegó a decir: "Romper el acuerdo con el PSC en Barcelona es un disparo al pie, un gol por la escuadra que nos ha colado el procés, aquellos que nos quieren ver divididos y peleados". 

Todavía ahora el exdiputado de los comuns y expresidente de la Federació de Associacions de Veïns i Veïnes de Barcelona (FAVB), Lluís Rabell, mantiene que Colau se equivocó rompiendo con el PSC. "Fue un error mezclar el debate nacional con el gobierno de la ciudad". Requerido por si la alcaldesa está mal asesorada, Rabell responde que "Colau no era favorable a la ruptura, pero su entorno más cercano la convenció". Quizá sin decirlo, Rabell se estaba refiriendo a Pisarello, Badia, Pin y Asens. 

Desde la oposición, un portavoz afirma que la amalgama de siglas que es Barcelona en Comú no favorece la convivencia. "Si no hay un liderazgo claro, esto se acaba traduciendo en infidelidades internas y venganzas". Y en los comuns ha acabado repercutiendo en la gestión de gobierno. El caso más obvio es la mala relación entre el núcleo duro de Colau y los regidores de ICV.

SIN IR A LOS DISTRITOS

PSC y Barcelona en Comú rompieron en noviembre y desde entonces, el gobierno de Colau está más sólo que nunca. Esto se traduce en una gestión diaria complicada, con solo 11 regidores, y en una ausencia manifiesta en los distritos por parte de los concejales con macroáreas a sus órdenes, caso de Pisarello, Asens, Sanz y Ortiz. Esta ausencia no es nueva. Por ejemplo, durante el primer año de mandato, cuando los comuns también gobernaron en solitario, Pisarello no aparecía por el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, y lo delegaba casi todo en la gerente y el consejero técnico, cuenta un alto cargo municipal.

Políticamente, "la incapacidad de Colau y la de su gobierno para negociar es total", afirman fuentes de distintos partidos de la oposición. Y eso que los comuns están en minoría, "la más grande en la historia del Ayuntamiento de Barcelona". "Su máxima debería ser el diálogo, pero continuan actuando con prepotencia", dice un portavoz municipal.

Recientemente, Xavier Trias le reprochó a Colau durante el pleno de la moción de confianza su incapacidad para conseguir las complicidades necesarias para alcanzar acuerdos. "Ustedes no son grandes estrategas", ironizó Trias. Sobre el terreno, Colau no ha alcanzado acuerdos con casi nadie --el más importante, quizá, ha sido firmar la paz con los restauradores, y buena parte del mérito fue de Collboni, que dirigía el área de promoción económica cuando el PSC gobernaba--. Los dos últimos presupuestos se han aprobado por una moción de confianza y la creación de una funeraria pública se ha retirado tres veces del pleno municipal por la falta de acuerdo.

Detrás de estos fracasos están dos de las personas del núcleo duro de la alcaldesa, Pisarello (en el ámbito económico) y Badia (funeraria). Varios concejales de la oposición hablan muy mal de Pisarello. Afirman que la política municipal no le interesa. Cualquier reunión con él puede acabar por derroteros imprevistos y bebiendo mate. De Badia, en la oposición, se habla mejor. "Es de los pocos comuns con los pies en el suelo. Es ingeniero y tiene la cabeza bien amueblada", aunque parece que poco le ha servido, por ahora, para alcanzar acuerdos con la funeraria o gestionar la crisis del cementerio de Montjuïc.

MALA RELACIÓN DE LA GUÀRDIA URBANA

Particularmente grave es la pésima relación de Colau y de su teniente de alcalde Asens con la Guàrdia Urbana. La alcaldesa tiene prácticamente a todo el cuerpo en contra, desde los intendentes a los agentes de calle. En público sólo hablan los representantes sindicales, pero las críticas son cada vez más abiertas y a medida que avanza el mandato suben de tono, con acusaciones de favorecer el crecimiento del top manta, directrices poco claras y falta de recursos. Y esto se traduce en problemas de convivencia y de seguridad.

El problema más grave de seguridad se concentra en el Raval, donde en el último año y medio la venta y el consumo de drogas se han disparado. Con decenas de pisos vacíos, los narcopisos no paran de crecer y los vecinos están más que hartos de la falta de efectividad policial para acabar con el problema --aunque Mossos y Guàrdia Urbana se cansan de cerrar narcopisos-- y de la nula gestión de la regidora de Ciutat Vella, Gala Pin. Forzada por la situación, la alcaldesa se ha visto obligada a intervenir y a asumir ella personalmente la gestión de la crisis. Esta semana, Colau ya se ha reunido con una quincena de entidades.

¿QUÉ PASARÁ CON EL TRANVÍA?

En menos de un mes, Colau se la juega con la conexión del tranvía por la Diagonal. La alcaldesa llevará el 23 de marzo a votación al pleno municipal un texto --habrá que ver cuál-- sobre el tranvía pese a que la comisión se cerró en falso y sin acuerdos. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que el proyecto salga adelante. La clave la tendrá ERC, pero los republicanos no están por ahora dispuestos a dejarse seducir por los cantos de sirena de los comuns.

En una reciente entrevista con Metrópoli Abierta, Alfred Bosch decía que si lo que los comuns llevan a votación "una profesión de fe que no les esperen". Bosch reclama ver un proyecto ejecutivo y saber qué pasa con la gestión del tranvía para evitar beneficiar a la empresa privada que ahora explota el Trambaix y el Trambesòs. Pero aunque Colau ofrezca a ERC el oro y el moro, Bosch perfectamente puede mirar hacia otro lado. El edil republicano ya está en campaña y las encuestas le son favorables. Facilitar la conexión del tranvía a un año de las elecciones, es salvar el mandato a Colau y parece poco probable que Bosch lo haga.

Colau es el principal valor que tienen los comuns. El tirón social de la alcaldesa y su popularidad --y las ganas de cambio de la ciudadanía-- llevaron a los comuns ganar las elecciones. Pero la gestión del día a día ha demostrado que a Colau y a su equipo el Ayuntamiento de Barcelona les viene grande. En las pasadas elecciones autonómicas, en Barcelona, Ciudadanos se impuso en siete de los 10 distritos, y los comuns sólo obtuvieron algo más de 85.000 votos. ERC se ha convertido en una alternativa de gobierno, según el barómetro municipal. El PDeCAT presentará algún candidato que volverá a luchar por ganar. A la alcaldía de Barcelona le salen otros pretendidentes. Parece que a un año y poco más para las municipales, el 'efecto' Colau se desvanece. "Con posturas populistas, al final se fracasa", afirman fuentes de la oposición.