Colas de turistas en uno de los pocos lavabos abiertos en el Park Güell / R.B.

Colas de turistas en uno de los pocos lavabos abiertos en el Park Güell / R.B.

Economía

Park Güell, ¿turismofobia institucional?

Los visitantes hacen frente a manguerazos indiscriminados, lavabos fuera de servicio o riesgo de sufrir un atropello

4 octubre, 2017 19:09

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Es uno de los monumentos más visitados de Barcelona. Durante el año 2016 casi tres millones de turistas accedieron al Eje Monumental (el área de pago que ocupa 1,7 hectáreas del total de 20 que conforman el recinto). El interés por la obra de Gaudí supone que una media de diez mil turistas accedan a diario a esta reducida zona durante los meses de verano (julio y agosto) o cerca de seis mil en enero. Una cifra que genera no pocas incomodidades a la hora de absorber un nivel tan elevado de visitas.

Un ejemplo de ello son las colas permanentes que se generan para hacer uso de los lavabos. Una queja habitual entre guías, agencias de viaje y trabajadores del parque. El Eje Monumental sólo cuenta con unos baños públicos y, además, cuatro de las ocho letrinas individuales destinadas a las mujeres llevan meses fuera de servicio. Esto provoca largas e incómodas esperas que afectan, sobre todo, a los grandes grupos turísticos procedentes de todo el mundo y con unos programas de visitas muy ajustados. Sin contar la pésima imagen que de todo ello se deriva en la gestión del monumento.

El Ayuntamiento de Barcelona, a través de la empresa B:SM, no ha hecho nada para poner remedio a una situación que corre el riesgo de enquistarse. A preguntas de Metrópoli Abierta, fuentes municipales reconocen que hay previstas “actuaciones en el alcantarillado y la acometida del agua” para finales de año, incidencias ambas que se apuntan como presuntas causantes de las averías. Medidas que serán insuficientes si no van acompañadas de la apertura de más lavabos.

Uno de los lavabos del Park Güell que lleva meses fuera de servicio / RB

Uno de los lavabos del Park Güell que lleva meses fuera de servicio / RB

La empresa encargada de la limpieza de los baños (tanto en el Eje como en la Zona Monumental) es Atysa Facility Services SL. Fue adjudicataria del servicio a cambio de un contrato anual que asciende a 283.920 euros. Wenceslao Caballero, técnico de Atysa, recuerda que ellos no tienen nada que ver con todo lo relativo a las averías. “Nosotros nos encargamos sólo de la limpieza”, señala. Y añade: “Reportamos las incidencias a los responsables y ellos toman nota”.

Si bien esta es la situación que causa mayor incomodidad al visitante, no es ni mucho menos la única. Los operarios de Parcs i Jardins suelen llevar a cabo algunas tareas relacionadas con el riego de las zonas verdes durante la primera media hora de apertura al público del monumento, lo que provoca escenas desagradables y peligrosas (ver vídeo).

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UN CRUCE MUY PELIGROSO

Otra de las situaciones que destacan también por su peligrosidad tiene lugar en la carretera de El Carmel. Los turistas que acceden en transporte público (líneas 24 y 92 de autobús) cruzan directamente desde la parada sin descender los pocos metros que la separan del paso de peatones más cercano. De ahí que muchos vehículos estén a punto de atropellar a los despistados visitantes. Más aún, cuando se trata de una curva con visibilidad reducida. Un riesgo de accidente que disminuiría con la simple colocación de unas barandas entre la parada del autobús y el paso de peatones más próximo. Desde el Ayuntamiento de Barcelona insisten en que “se están estudiando mejoras en el entorno del acceso para garantizar la accesibilidad, seguridad e integración y convivencia con el barrio y el uso vecinal de este espacio”.

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Derivado de lo anterior, otra queja habitual por parte de los usuarios de ambas líneas de autobús es el abuso que hacen algunas agencias turísticas a la hora de desplazar a numerosos grupos en ellos evitando, así, contratar autocares. Lo que se ha traducido en un efecto llamada para muchos carteristas.

PASIVIDAD DE LA URBANA

En un segundo plano encontramos la impunidad con la que algunos vecinos alimentan a las palomas en dicho entorno. Una práctica que sólo está permitida en la plaza de Catalunya y que puede comportar multas de entre 300 y 600 euros, según la Ordenança General del Medi Urbà del año 2003. En el Park Güell, además, se lleva a cabo ante la pasividad de los agentes de la propia Guàrdia Urbana. Algo parecido a lo que ocurre con los cientos de manteros que pueblan todos los accesos de un monumento declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1984.

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El arquitecto Antoni Gaudí recomendaba ser radical y original a la hora de llevar a cabo cualquier tipo de proyecto. Esto es, ir a la raíz y al origen. La singularidad de un espacio único como el Park Güell supone para los responsables, en este caso B:SM, buscar soluciones imaginativas. Las reflexiones del arquitecto de Reus podrían ser un punto de partida: “Per fer les coses bé cal: primer, l’amor a elles; segon, la tècnica”.