Un bronceado excesivo desafía a los rayos ultravioleta y nos expone a sus quemaduras si no lo prevenimos / Archivo

Un bronceado excesivo desafía a los rayos ultravioleta y nos expone a sus quemaduras si no lo prevenimos / Archivo

Vivir en Barcelona

Un verano más, me he quemado la piel. ¿Qué debo hacer?

Un bronceado excesivo y mal tratado puede puede llegar a provocar cáncer de piel

6 agosto, 2018 12:55

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La importancia de proteger la piel de los rayos solares es de sobra conocida. Es uno de los consejos que se repite todos los veranos, y que llega a la ciudadanía por diferentes frentes. En las consultas médicas, con reincidentes recomendaciones para todas las edades y con independencia de si tienes la piel clara o algo más morena; en las farmacias, en forma de multitud de cremas protectoras en todo tipo de formatos, tamaños y factores de protección; y en los medios de comunicación, con anuncios o informaciones como ésta. Sin embargo, y pese a que cada año siguen creciendo los casos de cáncer de piel, directamente relacionados con la exposición solar, el gusto por el bronceado acaba prevaleciendo y basta con ir a una playa o piscina para ver que no son pocos los que desafían a los rayos ultravioleta y se exponen a sus quemaduras. Y claro, al final, muchos acaban sufriendo las molestas quemaduras.

“Hay quienes piensan que si se exponen al sol solo un rato sin protección no pasa nada, o que, cuando se queman, el daño desaparece al tiempo que también lo hace el enrojecimiento. Pero el problema está en que cuando la quemadura hace acto de presencia, el daño a las células de la piel ya está hecho, y puede tener efectos serios a largo plazo”, advierte la Dra. Raquel Andreu, especialista en Medicina Estética de IDERMA, del Servicio de Dermatología del Hospital Universitari Dexeus de Barcelona.

Esta experta insiste, sin miedo a resultar redundante, en la necesidad de evitar las horas centrales del día (sobre todo entre las 12 y las 16 horas); utilizar protectores solares SPF 50, media hora antes de la exposición solar y cada 2-3 horas durante la misma, y recurrir también a otros métodos barrera como sombreros, gorras, sombrillas o camisetas para baño, sobre todo en los niños, ya que “el efecto lupa de las gotas de agua favorece las quemaduras solares y disminuye la efectividad del protector solar, aunque teóricamente sea resistente al agua”.

Pero si estos y otros consejos llegan tarde, y el enrojecimiento y picor que caracteriza a las quemaduras ya ha invadido tu piel, es necesario ser más obediente con las recomendaciones para mitigar el daño. “Lo ideal es acudir a un dermatólogo para que pueda evaluar el grado de quemadura y te indique las pautas más apropiadas para tratarla, pero siempre se pueden aplicar unos ‘primeros auxilios’ en casa”, según la Dra. Andreu.

ALOE VERA, ALIADO CONTRA LAS QUEMADURAS

Una buena forma de empezar es con un baño o ducha de agua fría, para posteriormente aplicar cremas que ayuden a regenerar la piel lo mejor posible. “El aloe vera es un gran aliado y un producto muy recomendable en estos casos, por su efecto antiinflamatorio, refrescante y reparador”, explica la especialista en Medicina Estética. Y en caso de que aparezca alguna ampolla, no tocar ni arrancar nunca su capa superior. “En estos casos, un vendaje seco puede ayudar a prevenir infecciones”, añade.

El aloe vera ayuda a regenerar la piel quemada / Archivo

El aloe vera ayuda a regenerar la piel quemada / Archivo


Asimismo, si el sol ya ha dejado su huella, es más que evidente que hay que evitar todo tipo de exposición solar en la zona afectada, al menos hasta que finalice el periodo de recuperación de la piel. Y también es importante hidratarse bien, bebiendo abundante agua y zumos de fruta naturales.

“El daño solar en la piel se manifiesta con las típicas quemaduras que van y vienen cada verano, pero también tiene consecuencias a medio-largo plazo. Incluso un exceso de exposición en la niñez puede ser responsable de lesiones cutáneas cuando somos adultos”, advierte la Dra. Andreu. Una razón de peso para empezar a tomarnos en serio todos los mensajes que nos rodean e insisten en proteger nuestra piel del sol. El sol, al final, siempre pasa factura.