Mujer con síndrome postvacacional / PIXABAY

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¿Se puede prevenir el síndrome postvacacional?

Reanudar hábitos de alimentación y sueño son claves para aquellos que experimenten este fenómeno

1 septiembre, 2020 00:00

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El síndrome postvacacional más que una patología, es una sobrevaloración de un fenómeno normal. Probablemente, este responde a la necesidad de la sociedad occidental a etiquetar todo lo que padece, interpretando de forma negativa los cambios. Se trata, puramente, de los cambios que trae la vida con el devenir del tiempo.

Durante las vacaciones se rompe la estricta rutina, lo que produce un cambio en los biorritmos corporales con respecto a los propios del día a día laboral, por lo que es posible que algunas personas experimenten reacciones somáticas leves al volver a incorporarse al día a día del trabajo.

Pese a ello el doctor Albert Majó Ricart, médico especialista en Psiquiatría en el Centro Médico Teknon, asegura que no se trata de nada que requiera "abordaje farmacológico, ni siquiera psicológico". Majó explica que "es tan sencillo como reanudar hábitos de alimentación, sueño y en la medida de lo posible reincorporarse a esas rutinas de manera paulatina".

PATOLOGÍA PREVIA

En este sentido, el doctor explica que sí es cierto que sufrirá más aquella parte de la población que padece una "patología previa", como quienes sufren una "problemática laboral concreta", como "mobbing o un nivel acusado de estrés en el trabajo".

Esto se debe a que "se reactivan los síntomas que generaba la situación subyacente" que, especialmente en los pacientes con un "cuadro depresivo o trastorno de ansiedad", muestran una ligera mejoría durante las vacaciones "que se desmorona con la vuelta al trabajo", indica Majó.

CONTRA EL ESTIGMA

El doctor del Centro Médico Teknon lamenta "la paradoja de conceder entidad a una reacción normal de adaptación hablando de ella como patológica, cuando por otra parte se banaliza la importancia de muchas afecciones psiquiátricas y además se estigmatiza a las personas que las sufren".

Por ello, concluye que "hay que evitar medicalizar, psicologizar o psiquiatrizar la vida cotidiana", pero "hay que esforzarse en informar acerca de las auténticas patologías y riesgos para la salud mental, con rigor, base científica, empatía y sin mercantilismos", así como luchar contra el estigma que arrastran las personas con patologías psíquicas".