Cachorros salvados por la protectora de animales Pelescapat

Cachorros salvados por la protectora de animales Pelescapat

El pulso de la ciudad

Una protectora de animales, al borde del cierre por las deudas

Sin subvenciones de las administraciones, Pelescapat lanza una campaña de recaudación

13 septiembre, 2019 00:01

Salvar animales le da la vida: tiene siete perros y dos gatos en casa. “Empecé a los 14 años, para superar un trauma, y desde entonces no me he desenganchado”, explica Silvia Orteu, sonriente, en conversación con Metrópoli Abierta. Tras varios años cogiendo experiencia en distintas protectoras, en 2014 –cuando se vio desbordada con 36 felinos rescatados– decidió impulsar la suya propia desde Barcelona: Pelescapat, una asociación sin ánimo de lucro enfocada al bienestar animal.

Durante estos cinco años han sobrevivido con aportaciones voluntarias de los socios y pequeñas donaciones. Hasta hoy. “Nos estamos planteando cerrar”, lamenta. “Acumulamos una deuda con los veterinarios de más de 10.000 euros”, añade. Su labor es necesaria, pues ni las protectoras ni los refugios existentes dan abasto. “Somos raros, hacemos lo que ellos no pueden hacer”, resume sobre su actividad, refiriéndose sobre todo al Centro de Acogida de Animales de Compañía en Barcelona (CAACB) cobijado bajo el ala del Ayuntamiento.

NO TIENEN DERECHO A AYUDAS

En un momento determinado valoraron optar a subvenciones de las administraciones pero, debido al alto coste de la licencia, descartaron esa vía porque “las asociaciones no tienen derecho a ayudas, a diferencia de los refugios”. Como último plan, han impulsado una campaña de recaudación solidaria. “Si 400 personas donaran un euro al mes podríamos seguir adelante”, detalla.

Otra de las vías de subsistencia se canaliza a través de un mercadillo de segunda mano que montan en un pequeño local alquilado. El dinero que consiguen se destina al cuidado veterinario de los animales: desparasitaciones, castraciones o ponerles un chip. “Ahora, por ejemplo, estamos pendientes de tres cirugías valoradas en unos 900 euros cada una”, dice a continuación.

ADOPCIÓN ENTENDIDA COMO UN PUZZLE

Pelescapat, y los 70 voluntarios que participan, promueven el cariño y una buena acogida personalizada. “La adopción es como puzzle en el que todas las piezas tienen que encajar”, explica en clave metafórica. “No se te trata de elegir el perro que te gusta, sino el que te conviene”, complementa. Por ejemplo, cuenta el caso de una señora de 90 años que quería adoptar un cachorro. “Le dijimos que no, que dada su edad, quizá era más prudente optar por uno más adulto”, cuenta. Al final, entendió y aceptó.

Su forma de funcionar es altruista. Por un lado, salvan animales y les brindan un nuevo hogar. Pero mientras este “flechazo” se produce, los perros y gatos (y otros de tamaño pequeño) viven en casas de acogida de 68 voluntarios de Barcelona que colaboran con la asociación. “Ninguno de los animales ha estado más de un año en este proceso”, apunta.

PASEAR A LOS PERROS Y COMPRAR COMIDA

Y, no solo eso, sino que también hay otros voluntarios que ayudan sacando a los perros a pasear o llevando pienso a los dueños con movilidad reducida. Eso sí, todos los que quieran entrar deben de responder a un cuestionario previo para que Pelescapat se cerciore de su implicación real, según subraya la fuente consultada.

Tal como se desprende del informe anual de la Fundación Affinity, más de 138.000 perros y gatos fueron recogidos este 2018 en refugios y protectoras españolas. Una cifra muy elevada y similar a la de años anteriores. Pelescapat, gracias al boca a boca de los vecinos de Sant Andreu y al alcance de Facebook, logró salvar la vida de 372 animales de compañía el año pasado. Este 2019, según sus cálculos, superarán la cifra.

De hecho, sin que Silvia lo supiera, algún vecino empezó a pegar carteles en los que se informaba de la (delicada) situación que atraviesa la asociación cuyo alcance ha traspasado ya las fronteras de la capital catalana. “Estamos tan agradecidos con la labor de todos los colaboradores, voluntarios y los veterinarios”, puntualiza. Así, con la mejor de las energías, aprieta en el último sprint hacia la supervivencia. “¿Qué pasaría si no los salváramos?”, deja en el aire antes de despedirnos.