Las tiendas de la acampada per la llibertat en el Parc de la Ciutadella / PAULA BALDRICH

Las tiendas de la "acampada per la llibertat" en el Parc de la Ciutadella / PAULA BALDRICH

El pulso de la ciudad

Cuatro gatos (independentistas) mantienen viva la acampada

Piden apoyo mientras resisten a las inclemencias climáticas en el Parc de la Ciutadella

20 octubre, 2018 20:50

Contra viento, (lluvia) y marea. Con barro hasta las rodillas, aunque con la esperanza de fondo. La llama de la acampada independentista ha perdido fuerza, pero sigue viva. Las tiendas de campaña Quechua saltan a la vista en el Parc de la Ciutadella. Solo quedan ocho campistas. Son solo ocho. “¿Me ayudas a llevar sillas, por favor?”, le pregunta uno a otro. Ha llovido, el camino está lleno de charcos y barro. Los “resilientes” están preparando una charla sobre criptomonedas, una de las tantas charlas que organizan en el parque donde se asentaron cuando los Mossos d'Esquadra los expulsaron de la plaza Sant Jaume en la que estuvieron casi un mes.

“Viene muy poca gente, entre que el tiempo no acompaña y que el parque está alejado... no hay manera”, comentan. A una de las charlas solo se presentó una persona. Desolador es poco. “Intentamos buscar apoyos, crear convocatoria, pero es difícil”, añaden. La “acampada per la llibertat” empezó la noche de la Diada de Catalunya, 11 de septiembre, y estuvieron en frente al Palau de la Generalitat hasta que el miércoles 26 la Brimo (Brigada Móvil) de los Mossos d'Esquadra procedió al desalojo.

LOS DESALOJOS, UN DRAMA

Una vez establecidos en la plaza Sant Jaume, volvieron los problemas. La protesta coincidió con La Mercè y al final acabaron desalojándolos. “Hay dos personas mayores con nosotros y van con muletas, así que les pedimos que no se cebaran”, dicen con los ánimos bajos. Ahora es diferente: cuentan con la complicidad de los Mossos d'Esquadra, que en ningún momento les han dicho que tengan que levantar el campamento. “Aquí, como estamos apartados, no les tocamos tanto el higo”, suponen.

Su objetivo era colocarse cerca del Parlament de Catalunya para así ejercer presión al President de la Generalitat, Quim Torra, y a todo el equipo que apuesta por la independencia. Sin embargo, el movimiento parece que se encuentra en horas bajas. Prueba de ello es que solo queden ocho personas durmiendo en la calle día sí y día también.

LOS CDR, DOLIDOS CON QUIM TORRA

Este viernes, los denominados Comités de Defensa de la República (CDR) mostraron su decepción con la actitud de Torra. “¿Nos dices que continuemos y ahora nos envías a los Mossos d’Esquadra? ¿Ahora nos reprimís vosotros? ¿Para qué recuperamos nuestras plazas de las provocaciones de los promotores del odio hacia los catalanes, hacia nuestra lengua y hacia nuestra cultura? ¿Ahora les hacéis el trabajo sucio? (…) ¿Ahora nos queréis callados?”, decía un escrito dirigido al presidente, recordándole sus compromisos.

Ese mismo día, el viernes, un centenar de miembros de los CDR se concentraron ante la sede de ERC en Barcelona al grito de “independencia o dimisión” y “cobardes a casa” porque consideran que Oriol Junqueras (encarcelado desde hace casi un año) no está está haciendo lo suficiente para avanzar hacia la independencia en Catalunya. Otros 50 se manifestaron en la sede del PDeCAT siguiendo la misma tónica: están hartos.

Mientras esto sucede, los ocho campistas preparan el terreno para afrontar la noche. Ahí siguen, erre que erre, contra viento, (lluvia) y marea, con barro hasta las rodillas... manteniendo viva la acampada. Por ahora.