Público del Festival Cruïlla haciendo cola para coger un taxi después de los conciertos / MA

Público del Festival Cruïlla haciendo cola para coger un taxi después de los conciertos / MA

El pulso de la ciudad

Desesperación en el Festival Cruïlla: colas infernales para volver a casa

Ningún medio de transporte satisface las necesidades de los asistentes que esperan horas

6 julio, 2019 10:52

Ni el refuerzo del Tram, ni el servicio de autobús, ni taxi, ni Cabify han sido capaces de dar buen servicio a la salida de la noche de este viernes en el Festival Cruïlla. Los asistentes se agolpan y se desesperan ante la falta de alternativas. "Llevamos una hora esperando a que llegue un taxi", lamentan unas usuarias en declaraciones a Metrópoli Abierta. Como ellas, más de 70 personas esperan en la cola.

“La culpa la tiene el Ayuntamiento”, sentencia el portavoz de Élite Taxi, Tito Álvarez, en una conversación con este medio. “Por pensar que el taxi entero puede cubrir estos eventos”, añade. “El taxi está a pleno rendimiento, pero cuando hay una previsión de miles de personas tendrían que reforzar el servicio con autobuses”, comenta.

AUTOBUSES DE REFUERZO, DE PAGO

Los autobuses de refuerzo que ha proporcionado el festival son una posible alternativa. Vehículos de TMB abanderados con un "servicio especial" cobran 2,50 euros –por sorpresa de los usuarios– para ir hasta plaza Catalunya. Pasan cada 10 o 15 minutos. 

Asistentes del Festival Cruïlla esperando a que llegue el autobús / MA

Asistentes del Festival Cruïlla esperando a que llegue el autobús / MA


Los bicitaxis aprovechan la ocasión sin éxito: cobran por un trayecto de seis kilómetros 40 euros, un precio inasumible –o excesivo– para el público local que frecuenta el evento musical. Tampoco Cabify sabe hacer frente a la situación. Este mismo medio ha comprobado tras una larga espera –de más de una hora– cómo era imposible encontrar conductores.

Después de probar varias opciones, algunos optan por la vía tradicional: esperar al nit bus (más de 20 minutos) o tomar la última cerveza hasta que abra el Metro. Pese al buen sabor de boca que han dejado brutales actuaciones como la de Foals o Garbage, el regusto final, ha sido amargo.