Filmoteca de Cataluña, instalación donde se proyectarán los títulos mencionados por Ramón de España / WIKI

Filmoteca de Cataluña, instalación donde se proyectarán los títulos mencionados por Ramón de España / WIKI

El pulso de la ciudad

El cazador de sentimientos

Ramón de España ofrece unas recomendaciones cinematográficas que se emitirán en la Filmoteca de Cataluña

16 agosto, 2021 00:00

Para sentimientos de verdad, créanme, no hay como los de mentira. Por eso se inventaron la literatura y el cine, siempre dedicados, en sus momentos más brillantes, a mejorar las características humanas que toman prestadas de la realidad. Plenamente consciente de las posibilidades artístico-sentimentales del cine, la Filmoteca de Cataluña, dirigida por Esteve Riambau, ha programado para este tórrido mes de agosto una serie de películas ideales para sufrir con elegancia, tronío y deliciosos quebrantos anímicos. Se han dividido en cuatro grupos: historias de madres e hijas, triángulos amorosos, encuentros pasajeros y dimes y diretes entre mujeres. En cada apartado, uno ha encontrado algunas de sus películas favoritas de todos los tiempos: si aún no las han visto, no se las pierdan (total, en el exterior solo hay una ciudad sucia y sudorosa recorrida por zombis en pantalón corto y camiseta imperio, así que no se pierden nada). Si no les importa, les recomendaré un par de películas de cada sector. Luego ya, si eso, me hacen caso o pasan de mí como de la peste.

Primer apartado: destacan (para un servidor) las dos versiones de Imitación de la vida (1934 y 1959), esa historia en la que una chica ambiciosa, morena clara, se avergüenza de su madre negra, a la que presenta en sociedad como su sirvienta, hasta que se da cuenta de lo mezquina que ha sido durante toda su vida y busca deprisa y corriendo la redención. Un dramón estupendo y de mucho llorar, sobre todo en la segunda versión: no es que la de John M. Stahl sea despreciable, pero la de Douglas Sirk es de traca (como casi todo lo que dirigió este cineasta alemán que en realidad atendía por Dietlef Sierk).

Fotograma de 'Breve Encuentro' / FILMIN

Fotograma de 'Breve Encuentro' / FILMIN


Segundo sector: atención a Siempre hay un mañana, también del señor Sirk, y La felicidad, de Agnes Varda, una señora muy interesante que nunca necesitó los servicios del Me Too para colocarse en un lugar muy destacado de la cinematografía francesa. En el tercer apartado, la joya de la corona para quien esto firma, Breve encuentro (1946), de David Lean, que puede (y debe verse) los días 21 y 26 de este mes de agosto. Pieza sentimental de una sutileza admirable, Breve encuentro narra un encuentro amoroso no consumado en el Londres destruido de la postguerra entre un oficial aún no desmovilizado y un ama de casa cuyo marido es de una pobreza moral desoladora. Durante hora y media, asistimos a sus citas inocentes que podrían dejar de serlo en cualquier momento si ella no insistiera en serle fiel al idiota de su marido y él, a su esposa (que no aparece en todo el metraje). Toda la tristeza de las cosas que habrían podido ser y no fueron se nos queda pegada a la piel después de ver esta obra maestra en la que yo diría que se inspiró Wong Kar Wai para su In the mood for love, que encandiló a mucha gente de mi generación, pero a mí me dejó bastante frío (por no hablar de que, estéticamente, acabé de tanta cámara lenta, de tanto chino fumando, de tanta mirada seductora y de tanta música repetitiva hasta la punta de mis muy occidentales narices).

Fotograma de 'Eva al desnudo' / FILMAFFINITY

Fotograma de 'Eva al desnudo' / FILMAFFINITY


Otra joya de la corona en el apartado cuatro: Eva al desnudo (1950), del gran Joseph Manckiewicz. La historia de la actriz trepa, disfrazada de humilde corderito, es de lo mejor que se ha escrito nunca sobre la mezquindad humana y las relaciones, no siempre admirables, entre mujeres: aquí nadie ha oído hablar de la sororidad ni falta que le hace. Yo hubiese colado por alguna parte Lo importante es amar, de Andrzej Zulawsi, con una portentosa Romy Schneider, pero ya se sabe que no se puede tener todo. Tal como está, el cargamento canicular de nuestra querida filmoteca es insuperable.