Fachada de la Casa de Cádiz, cuyos nuevos y antiguos residentes tienen varias denuncias / Sílvia Bosch

Fachada de la Casa de Cádiz, cuyos nuevos y antiguos residentes tienen varias denuncias / Sílvia Bosch

El pulso de la ciudad

Casa Cádiz, de hogar ‘okupa’ a culebrón dantesco

El idealista proyecto queda ensombrecido por las graves denuncias que pesan sobre algunos de sus miembros

3 septiembre, 2020 00:00

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Okupa Casa Cádiz es un proyecto voluntario de autogestión para personas sin hogar de Barcelona y refugiados que llegan a la capital. El objetivo es ofrecer una alternativa temporal a sus usuarios, que les dé el tiempo suficiente para encontrar una solución a sus necesidades. Sin embargo, este proyecto “altruista” se ha visto ensombrecido por las graves denuncias que penden sobre algunos de sus actuales y antiguos ocupantes.

En los últimos meses, los propios protagonistas de esta rocambolesca historia han denunciado públicamente tocamientos, abusos sexuales, amenazas y explotación laboral, entre otras cosas, en un rompecabezas de medias verdades donde todo el mundo está implicado en mayor o menor medida. Los casos ya están “en manos de la justicia”, según los Mossos. Pero Metrópoli Abierta se ha hecho eco de las principales versiones para tratar de explicar lo sucedido y que el lector saque sus propias conclusiones.

LOS ORÍGENES

El famoso activista Lagarder Danciu fue el principal artífice de Okupa Casa Cádiz. Él es el nexo de unión entre todas las partes y versiones contrapuestas. Bajo su “liderazgo”, en el 2018, se ocupó esta vivienda cuya titularidad comparten el Ayuntamiento de Cádiz y el de Barcelona, como espacio trampolín provisional para que personas vulnerables pudieran regularizar su situación y encontrar trabajo. La casa es un hogar mixto, con capacidad para una veintena de usuarios. De las 170 personas que se acogieron durante todo este tiempo, 70 han podido encontrar vivienda y empleo, según Danciu.

Desde su okupación, la casa ha estado en el punto de mira de instituciones, medios de comunicación e incluso la extrema derecha. Pero el escándalo mayúsculo llega a finales de este mayo. Lagarder se había tomado “unos días de descanso” para visitar a unos conocidos tras el confinamiento. Cuando vuelve, sus cosas están fuera del domicilio y los Mossos le piden que vaya a declarar: tiene una denuncia por abusos sexuales interpuesta por un joven de 19 años, Brahim. Se trata de un exmenor tutelado, que lleva un tiempo viviendo en la okupa.

 

Este medio ha entrevistado al activista que, a pesar de mostrarse “muy dolido por la situación”, ha pedido que no se haga pública la conversación por recomendación expresa de su abogado.

ACOSO Y TOCAMIENTOS

Esa primera denuncia de abusos sexuales abre un grifo de acusaciones cruzadas, las últimas de las cuales tienen como protagonistas a las mujeres de la Casa de Cádiz. Concretamente a Chantal Minguet, la cara más visible de estas quejas. La mujer, de 50 años, que ya no vive en la vivienda okupada, revela a este medio haber sufrido acoso sexual por parte de otro exmenor tutelado, Fares Hamza, de 19 años. “El exmena me tocó los pechos y me arrinconó en el lavabo, frotando su pene erecto contra mi trasero”, denuncia. 

Minguet explica que los supuestos hechos sucedieron antes y durante el confinamiento y que, en un primer momento, no se lo dijo “a nadie”, hasta que lo puso en común con otras mujeres de la casa, cinco de las cuales confirmaron que les había pasado “lo mismo”. “También se lo comenté a Lagarder, que enseguida ató cabos, porque ya se olía algo”, dice. Sólo ella y otra chica se han “atrevido” a denunciar a la policía, comenta, pero añade que todas las mujeres, menos una señora mayor, han sido paulatinamente “expulsadas de la casa”. 

Retratos de algunos de los ocupantes de la Casa de Cádiz, como Fares, Brahim o Lagarder, sobre los que pesan algunas de las denuncias / Guillem Andrés

Retratos de algunos de los ocupantes de la Casa de Cádiz, como Fares, Brahim o Lagarder, sobre los que pesan algunas de las denuncias / Guillem Andrés


MUJERES EN PIE DE GUERRA

Por este motivo, se han constituido en un grupo llamado Mujeres Abusadas BCN para hacer públicas las supuestas agresiones sexuales; lamentar que los “autores sigan en la casa y ellas en la calle”; y pedir apoyo para recuperar el proyecto de Okupa Casa Cádiz. Bajo este pretexto, el 19 de agosto organizaron una asamblea en la casa okupa que terminó con un espectáculo dantesco de gritos y amenazas, la intervención de la policía y la expulsión de una joven que interpuso una denuncia contra Brahim por amenaza y agresión. Brahim es el chico que había denunciado a Lagarder por abuso sexual dos meses antes.

Para Chantal está todo muy claro: “Los que viven ahora en Casa de Cádiz no expulsarán a los agresores Brahim y Fares porque si lo hacen estos revelarán que la denuncia contra Lagarder es falsa. Que todo fue un complot para echarle de allí”, sentencia.

LOS HOMBRES DE LA CASA

Los ocupantes actuales de la Casa de Cádiz, que prefieren no revelar su identidad, han contado a Metrópoli Abierta una versión diametralmente opuesta, y señalan a Lagarder Danciu como la persona que hay “detrás” de las denuncias de las mujeres como “venganza por haberle expulsado de la casa”. Describen al activista como una persona absolutamente “autoritaria”, que instaló cámaras por toda la casa - un hecho comprobado por esta periodista - incluido en espacios privados, como los dormitorios, algo que constituye un delito contra la intimidad de las personas, según fuentes policiales y juristas.

Uno de los espacios comunes de la Casa de Cádiz donde se observa una cámara en el techo / Sílvia Bosch

Uno de los espacios comunes de la Casa de Cádiz donde se observa una cámara en el techo / Sílvia Bosch


Comentan que Lagarder les tenía a todos “controlados”, incluso la comida de la despensa, que tenía cerrada con llave. “También utilizó parte del dinero de las donaciones para comprar regalos a los residentes más afines a él, para tenerlos contentos y que no se rebelaran; y forzó a Brahim, que es un joven vulnerable, a mantener relaciones con él”, explica una de las personas que acompañó al exmena a denunciar ante los mossos. Estas fuentes añaden que tienen “pruebas materiales” de estas acusaciones tan graves, ahora en manos de la policía.

VERSIONES CONTRADICTORIAS

La propia Minguet respalda la versión de Lagarder como alguien extremadamente autoritario, que “gritaba e insultaba a todo el mundo”. Ella misma le puso una denuncia en este sentido, que luego retiró porque “no quería perjudicarle” en el caso por abuso sexual. La mujer, en cambio, asegura que Danciu y Brahim “eran pareja”. 

Por su parte, los hombres de la casa se defienden de las denuncias por acoso sexual alegando que son “falsas”, y que fueron interpuestas después de que el activista iniciara una campaña “en la sombra” para desprestigiar a los miembros de la Casa de Cádiz que le habían echado por presunto agresor. Uno de ellos también acusa a Chantal de “robar para comprar alcohol” - ella misma ha confesado ser alcohólica - durante su estada en la okupa; pero las imágenes de las cámaras de seguridad que confirmarían o refutarían el robo y/o el acoso sexual han desaparecido.

EL ABOGADO DE LA CASA

En vistas del panorama, Metrópoli Abierta ha contactado con el abogado de la casa okupa, Bernat Barceló, tratando de buscar una visión externa al conflicto. El joven tiene una larga experiencia como voluntario en distintas causas sociales, y ofreció su apoyo legal a los miembros de la Casa de Cádiz porque creía “firmemente” en el proyecto, describe en declaraciones para este medio.

Carteles que ilustran la filosofía original de la Casa de Cádiz / Guillem Andrés

Carteles que ilustran la filosofía original de la Casa de Cádiz / Guillem Andrés


Sin embargo, Barceló dice sentirse “muy decepcionado”, y ha proferido duras críticas contra Lagarder, las actitudes “machistas” de algunos miembros de la casa, los medios y las instituciones por “matar lentamente” el proyecto okupa, que responde a una “necesidad real de varios colectivos de personas vulnerables”. “Hay versiones muy contrapuestas para desprestigiar al ‘rival’, pero Lagarder es el núcleo principal”, explica. “Yo mismo acompañé, junto con una educadora social y otras dos personas, a Brahim a denunciar el abuso sexual a la policía porque su explicación no me dejó dudas”, comenta.

En cuanto a las denuncias de las mujeres, el abogado considera que el papel del activista “les resta credibilidad”. “Lagarder fue quien estuvo detrás de la cuenta de Twitter Mujeres Abusadas BCN. Las supuestas agresiones machistas sucedieron bajo su ‘mandato’ pero sólo lo ha hecho público cuando le han echado de la casa. Las mujeres y el proyecto, en el fondo, le dan igual”, sentencia.

VÍDEO POLÉMICO

El abogado Barceló también estuvo presente durante la última asamblea en la que se echó a una de les mujeres. “Al principio [los actuales okupas] no nos querían dejar entrar porque había personas que no vivían en la casa y porque también temían que Lagarder estuviera detrás de todo esto”, describe. “En esa reunión se echó a la joven en cuestión por ser ‘demasiado cariñosa y provocativa’ y eso me pareció una actitud machista intolerable”, expresa.

En un vídeo difundido en las redes sociales se escucha como uno de los residentes propone una alternativa habitacional a la joven a lo que voces femeninas responden con un rotundo “no”, porque se está supuestamente echando a la víctima y no a los agresores. “Se llegó a un punto en que Brahim casi llega a la agresión física así que acompañé a esa chica a denunciarlo”, resume el abogado, con tristeza.

 

Vídeo de la cuenta de Twitter de Mujeres Abusadas BCN con fragmentos de la asamblea donde se echa a una joven

“En referencia a las demás denuncias por acoso sexual no puedo afirmar si son ciertas o no; pero es muy significativo que las mujeres que vivían en la casa se hayan marchado”, concluye Barceló.

SUPUESTA EXPLOTACIÓN LABORAL

Para rizar todavía más el rizo, varios residentes de Casa de Cádiz han denunciado a Alexa Huguet, una joven activista y voluntaria de la Fundació Arrels, por un supuesto delito de explotación laboral. En los documentos, a los que ha tenido acceso este medio, los denunciantes describen cómo Huguet utilizó presuntamente un taller de costura en la okupa para captar a personas vulnerables para trabajar para ella por un sueldo irrisorio sin contrato. El caso también está en manos de la justicia.

Huguet se ha defendido alegando que, si bien les pagó una mínima remuneración, los trabajos de costura eran algo “informal, voluntario y sin ningún horario ni obligatoriedad”. “No creo que sea un caso de explotación laboral, más bien una irregularidad poco ética”, comenta el abogado Barceló. Pero para Huguet está muy claro: “Yo fui una de las personas que ayudó a Brahim a denunciar los abusos sexuales de Lagarder y ahora él, junto con otras personas a las que ha manipulado y amenazado, me ataca a mí”.

Mientras tanto, Lagarder Danciu ha anunciado la publicación de un libro titulado ‘Okupa Casa Cádiz - Una Revolución Fallida’. Y es que el culebrón no ha hecho más que empezar; y el tema promete dar mucho de que hablar.