Nichos derribados en el cementerio de Montjuïc de Barcelona, en septiembre de 2017 / CG

Nichos derribados en el cementerio de Montjuïc de Barcelona, en septiembre de 2017 / CG

El pulso de la ciudad

Barcelona controlará las construcciones de los cementerios para evitar más derrumbes

La empresa municipal licita por 1,3 millones el contrato para auscultar y vigilar las vetustas edificaciones de los camposantos

30 marzo, 2020 00:00

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El derrumbe de 144 nichos el 15 de septiembre de 2017 en el cementerio de Montjuïc significó un antes y un después en la gestión de los camposantos de Barcelona. Todavía hoy, casi dos años y medio después de aquel siniestro, el Ayuntamiento de Barcelona sigue sin asumir la totalidad de las responsabilidades y decenas de familias siguen sin recuperar los restos de sus allegados. En las 144 sepulturas había 358 cadáveres.

Para evitar que un accidente de estas características se repita, Cementiris de Barcelona ha decidido poner en marcha un servicio de control y auscultación de las construcciones en los ochos equipamientos funerarios de la ciudad para detectar movimientos en los bloques y evitar otros desplomes. La empresa municipal sacó, el 13 de marzo, la licitación del contrato por valor de 1.383.023,95, IVA incluido. Las ofertas se pueden presentar hasta el 14 de abril. El contrato es para tres años.

Según figura en el pliegue técnico de la licitación, las instalaciones funerarias de Barcelona tienen más de 100 años, con la excepción del cementerio de Collserola, lo que provoca que "están sometidas a un proceso de envejecimiento con degradación de sus estructuras". Según Cementiris, hay que "controlar y vigilar" estos equipamientos "para obtener información detallada y real" de las edificaciones. El objetivo de la monitorización es detectar cualquier movimiento o "inestabilidades". 

EL CEMENTERIO DEL POBLENOU, EL MÁS ANTIGUO

Los cementerios que se controlarán son los de Collserola, Poblenou, Sant Gervasi, Les Corts, Sarrià, Sants, Sarrià y Sant Andreu. El camposanto más antiguo de Barcelona es el del Poblenou, y data de 1819, y el más nuevo es el de Collserola, que abrió en 1972. Todo el resto de instalaciones tienen más de 98 años. Horta es el más pequeño, con 3.700 metros cuadrados, y Collserola, el más grande, con 1,7 millones de metros cuadrados.

El trabajo que deberá llevar a cabo la empresa -o empresas- adjudicataria no será fácil. Como se advierte en el pliegue técnico, ninguno de los ocho cementerios dispone de suministro eléctrico en las construcciones a monitorizar y la cobertura telefónica es "precaria" en la mayoría de estos espacios. Tampoco las condiciones climatológicas invitan al optimismo. En la mayoría son "adversas", dice Cementiris, con aportación de salitre en el Poblenou y cambios diarios de temperaturas y niebla en Collserola, entre otros ejemplos. 

ZONAS DE RIESGO ELEVADO

En 2019, Cementiris puso en marcha los planes directores de cada equipamiento para los próximos ocho años. Estas actuaciones prevén la instalación de los citados sistemas de control y vigilancia. En el contrato de licitación, la empresa pública habla de zonas clasificadas como de riesgo elevado y riesgo notable, en los que se instalarán aparatos de medición y testigos para detectar movimientos o fisuras en las estructuras, y el adjudicatario tendrá que elaborar un programa específico de auscultación y control.

La licitación del contrato para la monitorización de los camposantos barceloneses ha coincidido con el cobro por parte de la tasa de conservación de los cementerios a los barceloneses que la tenía domiciliada. Ada Colau y Eloi Badia, presidente de Cementiris de Barcelona, no han tenido ningún reparo en pasar el recibo en plena pandemia sanitaria. Colau ni siquiera dio la cara a preguntas de la prensa y tuvo que ser el teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle, el que contestara los requerimientos de los medios. Según Batlle, los recibos se giraron antes de que se decretara la situación de pandemia y ha asegurado que los ciudadanos, que no lo tienen domiciliado, no tendrán que hacer frente al pago de la tasa hasta que se haya dejado atrás la crisis sanitaria.

UNA AUDITORÍA QUE NO LLEGA

Tras el desplome de los nichos en el cementerio de Montjuïc, la oposición criticó ampliamente la gestión de Jordi Valmaña como director general de Cementiris. Especialmente incisivo fue el concejal del PP, Javier Mulleras, ahora ya fuera del Ayuntamiento. Mulleras denunció los enormes beneficios de Cementeris, 22 millones en 11 años, y la falta de mantenimiento en las instalaciones. También la síndica de Barcelona, Maria Assumpció Vilà, hizo varios informes poniendo en duda la transparencia y el buen hacer de Cementiris. Hace un año, cinco grupos de la oposición reclamaron al gobierno de Colau una auditoría en Cementiris por irregularidades.

Según consta en la última memoria publicada por Cementiris de Barcelona, la de 2017, ese año la empresa invirtió 2,7 millones en trabajos de mantenimiento y restauración. Sin embargo, la mayoría de los campos santos presentan deficiencias importantes que requerirán de inversiones millonarias. Solo en el cementerio de Montjuïc, este febrero, la compañía tuvo que trasladar los restos de 1.659 nichos que se encuentran en muy mal estado y, probablemente, se tendrán que derribar.

El plan director municipal prevé, por ahora, obras en el cementerio de Montjuïc (en cinco fases) y en el de Sants. Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona explican que se está en la elaboración del proyecto y avanzan que los trabajos se tendrán que recandalerizar por la crisis sanitaria. El conjunto de las actuaciones son para acondicionar, rehabilitar y reparar distintos puntos de los camposantos.