Imagen de la cooperativa Flor de Maig /  Barcelofilia

Imagen de la cooperativa Flor de Maig / Barcelofilia

El pulso de la ciudad

Adiós a un símbolo: la cooperativa Flor de Maig, pasto de la piqueta

Desaparece un icono del asociacionismo y de la ‘gauche divine’ de Barcelona

14 junio, 2021 00:00

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La sede de la histórica cooperativa Flor de Maig en el barrio de Galvany, uno de los edificios míticos de Barcelona, agoniza sin remisión. La icónica cooperativa nacida en Poblenou en 1890, que fue la más importante de Cataluña, llegó a tener siete sedes. La última de ellas fue abierta dentro del núcleo urbano de Galvany, perteneciente entonces al término municipal de Sant Gervasi de Cassoles. Era un edificio de dos plantas, la parte superior del cual era un café, que abrió sus puertas en 1918. Más de un siglo después, la piqueta está a punto de enterrar definitivamente el aroma de la Flor de Maig.

El local sobrevivió a la Guerra Civil, al franquismo y a la transición, pero no ha sobrevivido a la especulación: en 1950, la Flor de Maig cerró sus puertas. Poco después, pasó a ser una carpintería y en 1983 se instaló en sus dependencias el también mítico bar Universal, por el que era obligado que se dejase ver todo famoso o aspirante a famoso que integraba la movida barcelonesa. Fue el bar de moda de la progresía durante años, el punto de encuentro de la gauche divine después de abandonar Tuset Street y pasar la página de los atercipelados paisajes (y paisanajes) del Bocaccio. El Universal recogió durante una década a una desconcertada generación intermedia entre la X y el cero, heredera del postmayo del 68 que buscaba emanciparse de sus mayores y hacerse adulta por ella sola bajo la atenta mirada del logotipo creado por Claret Serrahima.

“SE ESTÁ ESCRIBIENDO UN CRIMEN”

Se acabó la progresía y la intelectualidad y se acabó también el Universal como tal. Fue local de bailes latinos antes de intentar ser reciclado para club con bailarinas. Le pilló por medio la pandemia y sus esperanzas se desvanecieron. Hoy, buena parte del edificio ya es escombro.

Algunos vecinos han dado la voz de alerta de la extinción de todo un símbolo. Es el caso de Eduard, que ha batallado para intentar salvar el edificio. “Se está escribiendo un crimen. Sí, lo sé, dramatizo. Pero la situación es insostenible. Si Galvany en Barcelona ya era un barrio casi sin vida asociativa, ahora se le está extirpando la columna vertebral. La antigua cooperativa La Flor de Maig está en pleno derribo”, alertaba este miércoles. Eduard lamenta el final del edificio. “El eje Sagués-Marià Cubí ya no tendrá sentido. Unas mantas tapan las vergüenzas (y la falta de delicadeza) de lo que se está llevando a cabo por detrás”.

Interior del café de la cooperativa

Interior del café de la cooperativa


Interior del café de la cooperativa en 1923 /  Barcelofilia

 

El desalentado vecino hacía alertaba de que “a día de hoy, ya han vaciado gran parte del interior y han comenzado a tocar la fachada”. Y subrayaba luego: “Y el barrio en silencio. Callado. Porque ya no tiene asociacionismo. Un barrio sin puntos de encuentro, casi sin equipamientos, y los pocos que tiene están cerrados (Muñoz-Ramonet) o son caros (Mercado de Galvany). Hace años que la antigua cooperativa se tendría que haber protegido y aquí hemos fallado todos”.

INTERMEDIACIÓN DEL AYUNTAMIENTO

Desde el Ayuntamiento se ha intentado intermediar en el asunto, aunque ya tarde. “Hemos solicitado a los promotores que pospongan la decisión de derribo y evaluar conjuntamente posibles cambios en el proyecto que tengan en cuenta los valores patrimoniales del edificio, permitan conservar los elementos relevantes y den respuesta a la reivindicación ciudadana que se ha generado tras comenzar las obras”, explican desde el consistorio a Metrópoli Abierta.

Poco hay que hacer. La piqueta es sorda como una tapia. La promotora, Sunway, ya tiene decidido (y casi ejecutado) que el vetusto edificio es historia y en su lugar pondrá la sede de la multinacional estadounidense. Según las fuentes municipales, “en el marco de las conversaciones abiertas con los representantes del promotor, hemos puesto de relieve por escrito la singularidad que tiene el edificio de la antigua cooperativa y su importancia para la memoria colectiva del barrio y de la ciudad”. Pero en el consejo plenario del pasado 20 de mayo, el concejal Albert Batlle reconocía que el edificio no es un portento y que su calidad arquitectónica es baja. Otra cosa es la calidad memorística para el barrio. Poco se puede hacer ante esa evidencia.

LA HISTORIA DE SIEMPRE

Eduard, como la voz crítica de los vecinos, pone música a la última balada de la Flor de Maig. “No es más que lo de siempre: una multinacional estadounidense que aterriza no se sabe de dónde, arrasa con lo que hay e impone su voz. Veni, vidi, vinci del capitalismo más osado sobre una cooperativa popular”.