Pancartas en contra del club cannabico de la calle Còrsega

Pancartas en contra del club cannabico de la calle Còrsega

Gràcia

Vecinos de Colau, en guerra contra la apertura de un club cannábico

Los residentes se oponen a una asociación en la calle Còrsega por la cercanía con cuatro escuelas

24 diciembre, 2019 00:00

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Los vecinos del número 476 de la calle Còrsega de Barcelona se oponen en bloque a la apertura de un club privado de fumadores de cannabis en los bajos del edificio. La proximidad con cuatro escuelas, una de ellas a unos 100 metros del local, es uno de los principales argumentos para rechazar la asociación para consumidores de marihuana. Los vecinos desconfían de los propietarios del local, un fondo de inversiones de Panamá, y piden una nueva ordenanza municipal que delimite la localización de estos locales en zonas alejadas de pisos residenciales.

“Estos clubes son un fraude de ley y buscan hacer negocio. Sabemos que será un nido de problemas”, avisa Joaquim Gil, de 84 años, residente del edificio. Las pancartas en contra del local también cuelgan en balcones de edificios colindantes y la protesta se ha esparcido en seis edificios cercanos. Se da la circunstancia que la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, vive muy cerca de este edificio. A escasos metros de su vivienda, también lucen unos carteles que denuncian la apertura del local de fumadores.

200 FIRMAS

Paco González encabeza desde julio las protestas contra este futuro club de fumadores. Ha reunido unas 200 firmas y ha trasladado el rechazo vecinal al Consejo de Barrio de Gràcia y a la gerente del distrito, Pilar Miràs. Este vecino cree que Colau conoce la situación, pues él mismo se lo comentó a su marido, Adrià Alemany. En octubre y, junto a unos vecinos, impidió que unos trabajadores instalasen una chimenea en el tejado para extraer el humo de los porros. “Lo hicieron a hurtadillas. Saben que ocultan algo. De otro modo, no actuarían así”, comenta Gema Azuara, otra vecina.

González argumenta que la chimenea, que sobresaldría unos cinco metros por encima de un patio interior, supondría un grave riesgo para la seguridad de los residentes. Un informe de un arquitecto avala esta versión y rechaza su instalación. Desde la Federación de Asociaciones de usuarios de Cannabis de Cataluña (CatFAC), Eric Asensio explica que el elemento de la chimenea, de obligatoria instalación por parte de las asociaciones, se está utilizando en varios casos por vecinos de diferentes puntos de la ciudad para impedir la apertura de los locales.

'NO GENERAN MOLESTIAS'

"Los vecinos están en su derecho pero no entendemos la negativa a un club cannábico y no a otros locales como un bar de copas", lamenta el secretario de la entidad. Asensio defiende que estos clubes no generan molestias, que tienen horarios marcados, que no se publicitan y que no hay problemas con menores. Para el secretario de CatFAC, la aparición de pancartas muy similares en diferentes distritos es sospechoso y cree que alguien coordina las campañas en contra de los clubes de consumidores de marihuana.

El local que debe albergar el club de fumadores está tapado con pintura.

El local que debe albergar el club de fumadores está tapado con pintura.


González explica que un vecino “sorprendió” a los operarios un sábado a las nueve de la mañana. Desde entonces, los trabajos en el interior del local se han paralizado. Una pintura blanca impide ver el interior del lugar, aunque se aprecia material de obra y maderas. Un día, se presentó en el edificio un hombre que dijo representar a un fondo inversor de Panamá, propietario del establecimiento. Para los vecinos, esta circunstancia es un argumento más que juega en contra de la apertura del local, pues el Ayuntamiento exige que sea una asociación sin ánimo de lucro la que esté al frente de este tipo de iniciativas.

NUEVA REGULACIÓN

A pesar de que en las reuniones vecinales algún residente ha propuesto trasladar las quejas personalmente a la alcaldesa, González y Azuara lo descartan y señalan que lo más importante es crear una nueva regulación para desplazar estos locales a polígonos y zonas industriales. “Es una vecina más, pero como alcaldesa debería velar por el cumplimiento de la normativa”, sostiene Gil.

La ordenanza municipal, aprobada en 2016 por el gobierno de Colau, abrió la puerta a la aparición de numerosos locales de cannabis. Hasta octubre y según datos del Ayuntamiento, en tres años se han abierto 196 en la ciudad. “Le deberían preguntar a Colau por qué permitió la licencia de obras desde un principio”, señala, molesta, una vecina del inmueble que prefiere mantener el anonimato.

DISTANCIAS CON COLEGIOS

El plan especial urbanístico exige que un club esté situado a un mínimo de 150 metros de una escuela, si se trata del casco antiguo, y de 100 metros en el resto de la ciudad. Los vecinos temen que el local dé paso al trapicheo y venta de drogas y que los dos parques que flanquean el edificio se conviertan en un lugar propicio para consumirlas. Los residentes se basan en la experiencia de un club cannábico en la calle Grassot, ubicado a unos 350 metros, y que ha provocado el malestar de algunos vecinos por ruidos y los olores.

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Hoja reivindicativa en rechazo a la apertura de la asociación.

Antonio, consumidor habitual y socio de esta asociación, lo desmiente. “No hay problemas ni olores. Son manías de algunas personas mayores”, comenta, enfrente del local, decepcionado porque se encuentra cerrado. En este club cannábico solo pueden entrar los socios y por dos euros pueden fumarse un porro.

INTEGRACIÓN DE LOS CLUBES

El secretario CatFAC apunta al "desconocimiento" del funcionamiento de estas asociaciones de cannabis y a las noticias negativas de los medios para justificar el "miedo" de algunos vecinos. Asensio defiende que los clubes, aceptados por "muchos vecinos", avanzan, cada vez más, en su integración con los barrios y colaboran activamente con las entidades vecinales en la organización de las fiestas.

En la calle Còrsega, los vecinos se han gastado 1.000 euros para cambiar los estatutos de la comunidad y prohibir, específicamente, la apertura del local. González explica que el representante del fondo de inversión le amenazó con denunciarlo y ponerle una querella por impedir la instalación de la chimenea que tiene un coste de unos 100.000 euros. “Que detrás haya un fondo de inversión es extraño. No son una ONG”, observa Anna Perronon, de 78 años.

ASOCIACIÓN 'FANTASMA'

En el permiso de obras del lugar figura el nombre 'Asociación Sagrada Familia'. Sin embargo, González asegura que en el registro de entidades, ésta no existe. En la misma dirección, dice, consta otra asociación llamada 'Sagrada Familia', otro punto que hace sospechar a los vecinos. Los vecinos del bloque preparan una reunión en enero con la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) para coordinar la presión al Ayuntamiento e impedir la apertura del club.