Estado actual de la residencia de ancianos de Gràcia que se convertirá en pisos de lujo / PAULA BALDRICH

Estado actual de la residencia de ancianos de Gràcia que se convertirá en pisos de lujo / PAULA BALDRICH

Gràcia

De residencia de ancianos... a pisos de lujo en Gràcia

Una inmobiliaria reconvierte el edificio emblemático del arquitecto Joaquim Raspall

27 marzo, 2019 22:40

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Las apariencias engañan. Detrás del cartel “residencia para la tercera edad” se acumula el polvo. No hay luz, no hay nadie. Y, más allá –donde ya no alcanza la vista–, las máquinas allanan el terreno para transformar el antiguo espacio de los ancianos en futuros pisos de lujo. A partir de julio de 2019, diez “exclusivas” viviendas se ubicarán en este emblemático edificio de Gràcia que construyó el arquitecto Manuel Joaquim Raspall en 1925 inspirándose en el plateresco español.

Así lo ha anunciado la inmobiliaria Chester Real Estate a través de algunos famosos portales como Idealista, Fotocasa y Habitaclia. Según ha podido saber Metrópoli Abierta, el cartel de la residencia se mantiene firme para “despistar” a los okupas que frecuentan la zona de Vallcarca, una de las más conocidas por el rechazo a la especulación inmobiliaria y la gentrificación.

UN EDIFICIO "MODERNO" EN GRÀCIA

La residencia de ancianos de la calle Mare de Déu del Coll, 69 –con dos décadas de trayectoria– se anunciaba en su propia web como un lugar pensado para aquellas personas mayores “que quieren seguir disfrutando de la vida”. Para ello, contaban con “las instalaciones más modernas”. Y, así continuará siendo. O eso parece. Tal como promociona ahora la inmobiliaria, los apartamentos cuentan “con un moderno y funcional diseño, y con materiales de alto standing”.

Los precios también demuestran que serán pisos de lujo. El más barato –de 50 metros cuadrados y una sola habitación– cuesta unos 390.000 euros. Y, cuantas más habitaciones, más aumenta esta cifra. Hasta los 724.000 euros. Con “vistas privilegiadas”, también contará con una terraza comunitaria y la posibilidad de “personalizar los acabados y la distribución”. Pero, por ahora, ninguno de los pisos está vendido. Por ahora.

Imagen de los pisos que se venden en la calle Mare de Déu del Coll de Gràcia / Fotocasa

Imagen de los pisos que se venden en la calle Mare de Déu del Coll de Gràcia / Fotocasa


LA INMOBILIARIA PIDIÓ UN PERMISO DE OBRAS

Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona han confirmado a este medio que en octubre de 2018 recibieron una petición de permiso de obras para adaptar el inmueble que ya contaba con una licencia de residencia residencia. En este caso, “la calificación urbanística no cambia, sin embargo, el uso, sí”. En estos momentos todavía hay una placa de la Generalitat en la pared que indica su condición de “centro colaborador” acreditado por el Institut Català d'Assistència i Serveis Socials.

Vecinos del barrio de La Salut, donde se enmarca el inmueble, han confesado no tener conocimiento de este cambio del que se ha hecho eco el medio local L'Independent de Gràcia. El barrio –que desde hace un tiempo se siente “dejado de la mano de Dios”– acumula grandes críticas por el exceso de tráfico y el “monocultivo” de comercios enfocados al turista que visita el Park Güell, que al final va en detrimento de las tiendas locales.

¿DEMASIADAS RESIDENCIAS DE ANCIANOS?

Por otro lado, una de las vecinas valora en una conversación con este medio que “hay demasiadas residencias de ancianos en el barrio”. Según ella, “la orografía del barrio no contribuye a la autonomía de los ancianos” y, además, “un exceso de concentración de este tipo de negocios no favorece a dar vida al barrio porque no crea movimiento vecinal”. Por eso, el cierre de esta residencia no ha supuesto una pérdida para el barrio, aunque sí que les preocupa que sigan subiendo los precios de la vivienda.

Sin ir más lejos, hace unos meses, una vecina de Vallcarca, Carolina Morales, contaba su caso particular a este medio. “Se aprovechan al máximo del Park Güell para subirnos el alquiler”, lamentaba. A ella, tres meses antes de que venciera el contrato le llegó una notificación: el precio de su piso iba a subir. De 630 a 700 euros. Ahora ese apartamento lo alquilan 950 euros. “Una vecina francesa todavía paga más y lo ve normal”, desvelaba. De este modo, el barrio se convierte en el escenario perfecto para que la clase alta –¿y extranjera?– se instale de forma holgada. Comprando sin apretarse el cinturón.