Ambiente en las terrazas de la plaza de la Vila de Gràcia en una imagen de archivo / METRÓPOLI

Ambiente en las terrazas de la plaza de la Vila de Gràcia en una imagen de archivo / METRÓPOLI

Gràcia

Los bares de Gràcia, indignados por el "acoso" municipal durante las fiestas

Los negocios denuncian la diferencia de trato del Ayuntamiento con los participantes de botellones

20 agosto, 2021 21:00

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Un grupo de Whatsapp que reúne a un gran grupo de bares de la Vila de Gràcia hierve estos días de mensajes de incomprensión y rabia. Los restauradores denuncian la "improvisación", primero, y el "acoso", después, del Ayuntamiento sobre sus negocios durante la semana de la Festa Major de Gràcia. La asociación Acción y Promoción Turística, Cívica y Cultural SOHO de Gracia habla de "caos total" en la organización que ha generado un gran enfado entre los locales, cansados y fatigados por las duras restricciones de la pandemia. 

Isabel (nombre ficticio), dueña de un conocido bar de la calle de Torrijos, se desahoga al teléfono en una conversación con Metrópoli. Agentes de la Guardia Urbana y funcionarios municipales visitaron su local tres días seguidos. El domingo, el primer día de la festividad, le obligaron a retirar un tirador de cerveza móvil que instalaba cada año durante las fiestas bajo amenaza de sanción. El lunes se presentaron a las 20.55 para recriminarle que solo tenía permiso para montar la terraza a partir de las 21.00 y el martes, a las 00.37, mientras recogía el local, le recordaron –erróneamente según mantiene la afectada– que a las 00.00 debía haber recogido la terraza.

ACTITUD "VIOLENTA" DE LA URBANA

Los agentes levantaron dos actas contra su bar por, supuestamente, abrir el negocio y tener la terraza montada fuera del horario permitido. Estas actas se podrían convertir en sanciones económicas. "Es un descaro y un abuso. El mismo miércoles aun no sabíamos si podíamos tener terraza", se queja Isabel. Sostiene que su permiso de terrazas –excepcional durante los siete días de fiestas– termina a las 00.30 y no a las 00.00 como le recriminaba un guardia urbano con malas maneras, según cuenta. "La actitud de la urbana es demasiado violenta".

El lunes, funcionarios del consistorio la visitaron dos veces en una hora. Ella tiene permiso para cuatro mesas, pero a falta de una cuarta decidió poner dos barriles de cerveza a modo de mesa con dos banquetes en cada uno. Mantiene que seguía cumpliendo las 16 plazas autorizadas por la administración. Le ordenaron guardar el tonel. A la hora volvieron a pasar exigiendo que lo retiraran. No se movieron hasta que la dueña del negocio lo entró para dentro.

CIERRE DEL ALMO2BAR

Las inspecciones y las actas se han extendido a varios bares de Gràcia. Otro ejemplo es el famoso Almo2bar que este jueves anunciaba que no abriría durante los últimos días de las fiestas después de encajar una acta de la urbana por servir bebidas para llevar. "Es muy difícil lidiar con tal persecución al ocio nocturno. Solo hay que darse una vuelta por las calles de este maravilloso barrio para comprobar que todos pasean con vasos de plástico, bebidas, comidas e incluso latas...", escribía la discoteca en su cuenta de Instagram.

Clientes en la terraza del bar Amélie en la plaza de la Vila de Gràcia / AMÉLIE

Clientes en la terraza del bar Amélie en la plaza de la Vila de Gràcia / AMÉLIE


La prohibición del tirador de cerveza de Isabel iba en el mismo sentido. No se permite servir cerveza a las personas de la calle que están de paso, pero sí pueden hacerlo si la persona entra en el local y la pide en la barra. "Me dijeron que era para evitar que la gente se quitara la mascarilla. Yo me pongo en el lugar de todo el mundo, pero esto es ridículo", explica Isabel, un tanto confusa. Se siente discriminada en comparación a las comisiones que decoran las calles de Gràcia, pues ellos sí pueden vender la cerveza desde las barras que instalan al aire libre.

"PROMOCIONAN EL BOTELLÓN"

"Estamos viviendas unas fiestas de Gràcia normales. No hay ningún tipo de control. Apenas vemos policía por la calle", señala Albert Barros, portavoz de la asociación Acción y Promoción Turística, Cívica y Cultural SOHO de Gràcia. El dueño de Casa Pagès califica de "pésima" la comunicación entre el distrito de Gràcia y el sector de la restauración para coordinar los preparativos de las fiestas. "Lo reconoce hasta la gerente del distrito", explica. "A los negocios del barrio nos han marginado completamente de la toma de decisiones. Cero información nos han trasladado", relata Melissa Privipra del restaurante Amélie.

La falta de información hizo que la inmensa mayoría de bares hayan servido cerveza y otras bebidas en vasos para llevar. Alberto denuncia que mientras el consistorio marca muy de cerca a los bares, el distrito gobernado por Eloi Badia (Comunes) firmó una orden que permitía ampliar el cierre de las tiendas de alimentación menores de 150 metros cuadrados de las 23.00 a las 00.00 durante los días de la fiesta mayor (15 - 21 agosto).

Ambiente en la plaza del Raspall durante la madrugada de este miércoles / METRÓPOLI

Ambiente en la plaza del Raspall durante la madrugada de este miércoles / METRÓPOLI


"Están promocionando el botellón. En la práctica se han convertido en una licorería", lamenta  "Los bares tenemos que cerrar a las 00.30 pero en la calle siguen comprando bebidas. Lo que está pasando en estas fiestas es insólito, un despropósito total", señala. La sensación de los bares de que la administración guarda una manga ancha con los incívicos que incumplen las medidas se ha acentuado estos días en la Vila. "Solo multan a los que pagamos impuestos y que saben que pagaremos", lamenta Melissa. Durante las dos últimas noches, la policía ha desalojado a centenares de personas que seguían la fiesta con el toque de queda nocturno en vigor. El jueves fueron un millar y 118 personas fueron denunciadas.

"SOLO QUEREMOS TRABAJAR"

En la plaza de la Vila se están viviendo estos días una situación surrealista para los nueve bares, restaurantes y heladerías instalados en el corazón del barrio. Melissa explica que el cierre de la plaza durante los conciertos y actos en el interior genera una imagen de terrazas vacías. Los controladores de acceso cierran el perímetro cuando alcanzan las 300 personas. En la práctica, si el concierto está reservado para 200 personas, la cifra de posibles clientes para todos los negocios de la plaza se reduce a varias decenas de personas, máximo un centenar.

La poca "flexibilidad" del Ayuntamiento. Isabel resume el sentir de varios restauradores estos días que denuncian  "Empecé las fiestas con energía, pero luego me agarró un nudo en la garganta... Lo único que quiero es trabajar", asegura.