Exterior del restaurante Pitarra (antiguo Can Sogues) de Barcelona

Exterior del restaurante Pitarra (antiguo Can Sogues) de Barcelona

Ciutat vella

Un histórico restaurante del Gòtic, abandonado y olvidado en Barcelona

El Pitarra, cuna del teatro catalán, lleva cuatro años ‘en traspaso’ y lleno de basura

16 junio, 2022 12:04

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En 1890 subió la persiana el restaurante Pitarra (antiguo Can Sogues), cuna del teatro catalán y que se vio obligado a echar el candado en 2018.

Posteriormente reabrió convertido en un pub irlandés, que cerró al cabo de tres meses y desde entonces es otro de los locales históricos de Barcelona que ve como se va degradando sin que nadie haga nada.

HISTÓRICO RESTAURANTE DE BARCELONA

Ubicado en el número 56 de la calle de Avinyó, en pleno barrio Gòtic, el establecimiento abrió con el nombre de Can Cisco. Más de 100 años más tarde se encuentra con la persiana bajada, un graffiti y decenas de cartones que se amontonan diariamente.

A pesar de ser un restaurante centenario, el Pitarra no estaba protegido y no figuraba en la lista de locales emblemáticos de la ciudad que se hizo en 2014 bajo el mandato de Xavier Trias con el objetivo de protegerlos.

El histórico restaurante Pitarra ha cerrado esta semana y reabrirá reconvertido en un pub irlandés / HUGO FERNÁNDEZ

El histórico restaurante Pitarra ha cerrado esta semana y reabrirá reconvertido en un pub irlandés / HUGO FERNÁNDEZ

BIEN CULTURAL DE INTERÉS NACIONAL

El Ayuntamiento estaba estudiando llevar a cabo una catalogación exprés y ERC propuso declarar al Pitarra Bien Cultural de Interés Nacional. Las iniciativas políticas llegaron demasiado tarde y el restaurante pasó a englobar la larga lista de locales centenarios de la ciudad que han desaparecido.

DEJADEZ, GRAFFITIS Y BASURA

Ahora, cuatro años más tarde del cierre del pub irlandés, en la fachada del negocio lucen varios carteles de traspaso y los vecinos de la zona piden que se solucione el asunto.

Como se puede observar en las imágenes, la tinta de los sprays se ha apoderado de las persianas y apenas queda rastro del taller de relojería, los retratos y los demás documentos del poema y dramaturgo Frederic Soler, conocido como Serafí Pitarra y propietario del local.