La plaza Juan Carlos I ya no existe en Barcelona. Ha durado 36 años. Los que van desde que el cruce de la avenida Diagonal y el paseo de Gracia fue bautizada con el nombre del entonces rey de España hasta el sábado 22 de abril, cuando ha recuperado oficialmente el nombre popular con el que la conocían los barceloneses: Cinc d’Oros.

Se conocía esta plaza como Cinc d’Oros porque vista desde el aire recordaba esa carta del juego de naipes. Puestos a desplazar a Juan Carlos I del nomenclátor quizás se habría podido bautizar la plaza con el nombre de 'El Llapis', que es como la conocíamos los barceloneses desde que el Ayuntamiento franquista instaló allí un obelisco de Frederic Marès, después de la guerra civil.

Cinc d’Oros, Llapis,… da lo mismo. Los republicanos están contentos y los monárquicos, enfadados. Ambos deberían estar indignados con que Barcelona todavía conserve calles, edificios, o monumentos que llevan el nombre de Francesc Cambó. Ninguna ciudad en el mundo -al menos que yo conozca- que respete de esta forma la memoria de una persona que financió su bombardeo en una guerra relativamente reciente, como es la que sufrió España entre los años 1936 y 1939 .

Extraña concepción esta de la Memoria Histórica que mantiene visible el recuerdo de un criminal de guerra, como fue el líder de la Liga Regionalista. Especialmente chocante es la estatua que preside la Vía Laietana, desde 1997, obra de Víctor Ochoa.

Bienvenidos sean los símbolos republicanos pero no se puede dejar el trabajo a medias. Ciudadanos que se merezcan estatuas, calles, plazas o edificios oficiales en Barcelona los hay en abundancia.

P.D.- La Vía Laietana nace en la calle Fontanella. Allí duermen cada noche un buen grupo de personas, resguardados en sus portales. Este miércoles, he visto como un chico, al pasar por delante de un sintecho dormido, sacaba de su mochila un 'bollo' y lo dejaba suavemente junto a él. A este chico no le harán ningún monumento, pero se lo merece mil veces más que Francesc Cambó i Batlle.