¿Qué determina el origen? ¿A qué nos obliga o cómo nos condiciona? En tiempos como los que vivimos, cuando la cuestión del origen, de la nacionalidad, de la pertenencia a tal o cual facción, han recobrado la significación de un arma arrojadiza, está bien que volvamos sobre esas viejas preguntas.

Un reciente tuit del inefable Xavier García Albiol, presidente del pepecé, me hizo pensar en replantear la cuestión del origen. En poco más de 80 caracteres, el indecible dirigente pepero tuvo suficiente para manifestarle a Gerardo Pisarello —primer teniente de alcalde de Barcelona, catalán de adopción, argentino de nacimiento— cómo considera las cuestiones originarias, identitarias y adoptivas.

Deberías ser un poquito más agradecido al país que te dio acogida y una oportunidad”, escribió el ex alcalde de Badalona a su colega político. Pisarello había cometido la tropelía de decir públicamente que el pueblo catalán debería acudir a votar el próximo 1 de octubre, si eso fuese posible, en el referéndum por la autodeterminación de Catalunya. Habrase visto: un político que tiene la osadía de señalar al electorado el camino de las urnas. Qué sería de la unidad de Essssspaña, ese país de acogida y generoso en brindar oportunidades, de no ser por próceres como García Albiol, vigilantes del orden, las buenas costumbres, el Estado, la familia y la propiedad privada. Que estos sudacas inmigrantes, ya se sabe, empiezan por aprovechar las oportunidades de quienes les acogen y luego se te suben a la chepa blandiendo urnas y papeletas, ¡habráse visto! Por no hablar de los musulmanes, esos morenitos que don Xavier prometía limpiar en su última campaña hacia la alcaldía de Badalona; que comienzas por dejar que vivan en tu barrio y en un santiamén te montan una mezquita, ya sabes, esos antros de adoctrinamiento yihadista…

Pisarello vive y trabaja en Catalunya desde 2001. Aunque nació en la provincia de Tucumán, habla y escribe muy bien el catalán, idioma en el que se expresa más allá del ámbito de la política, actividad que desarrolla en paralelo a la de escritor. Pisarello perdió a su padre, político y abogado, en 1976, cuando él apenas tenía seis, a manos de la sangrienta dictadura militar encabezada por Jorge Videla. Aquello tuvo que dejar sus marcas, establecer un origen que no es el que recoge el color o el sello de un pasaporte. Aquella pérdida, aquella oscuridad infantil, aquella ausencia, determinan mucho más que una partida de nacimiento, y parece que en el caso de Pisarello lo empujan hacia la búsqueda de una sociedad más justa y libre. Esa libertad, a diferencia de lo que pretenden las dictaduras, comienza en las urnas, en el derecho a decidir. Ser de una tierra o de otra no viene dado por el sitio donde nos parieron, sino por querer hacer del lugar de residencia un sitio mejor, donde reine la buena convivencia. Eso que García Albiol acaso no vaya a entender jamás.