Ramla o arenal, también torrente. Ese es el origen y la función de esta calle universal. Hace siglos, una sucia y pestilente riera extramuros de la ciudad hasta que el rey Pere III el Cerimoniós (1319-1387) optó por construir la tercera muralla. Un proyecto que acabaría incorporando la zona del Raval al tejido urbano.

El mundo ha paseado por las Ramblas sintiéndose protagonista de un espectáculo único. Gaudí, Pla, Miró, Dalí, George Orwell, Callas, Einstein, Errol Flynn o Alexander Fleming son sólo algunos ejemplos. Se puede vivir sin salir de ella. Museos de cera, erótico, ópera, cafés, camiserías (ahí resiste Xancó con dos siglos de vida), mercados, iglesias y hoteles. Muchos hoteles. El Oriente, sin ir más lejos, fue punto de encuentro de tres creadores: Lorca, Rafael de León y Miguel de Molina. Todos ellos homosexuales. En los bajos del hotel, tomando un café, el trío quedó prendado ante el deambular de dos marineros con unos hipnóticos “ojos verdes”. Entre bromas y risas, escribieron la letra de la copla más universal. Medio siglo después, el grupo Radio Futura también caía rendido ante esta calle tan singular (y, sobre todo, plural). Ahí está La negra flor.

En una de las habitaciones del hotel Oriente, el sultán marroquí Muley Hafid se hospedaría huyendo de las luchas intestinas que llevaron a su hermano al poder (obligándole a él al exilio). Era tiempos difíciles: I Guerra Mundial. Decidió encargar un palacete para disfrutar de la ciudad durante algunas semanas al año. Su residencia principal se encontraba en París. Preguntó por el arquitecto más prestigioso y le recomendaron a Josep Puig i Cadafalch. Aún sigue en pie en la avenida de la Bonanova. Ahora, sede del consulado mexicano. Su fortuna le permitía alguna que otra excentricidad, como asomarse al balcón y lanzar monedas de oro a los transeúntes de las Ramblas.

El escritor Hans Christian Andersen también se hospedó allí en 1862. Fue protagonista de un trágico suceso: las riadas que se llevaron por delante todo lo que encontraban a su paso. Incluidas muchas personas. Intentaban resistirse abrazándose a los árboles. Al escritor  no se le borró esta imagen. A muchos, tampoco se nos borrarán las del pasado jueves 17 de agosto de 2017.

Y al final de la Rambla

me encontré con la negra flor

que creció tan hermosa

de su tallo enfermizo…