"Lo siento, el bikini que ha escogido es de la nueva colección y no tiene ningún descuento", le informa una sonriente cajera a la chica que tengo delante de mí en la cola. Tras mascullarle a su madre que ese bikini rosa palo de efecto terciopelo lleva en la tienda dos semanas colgado, la joven, algo confusa y resignada, paga y se va.

El cambio climático ha propiciado el fin de las estaciones y la pronto moda (fast fashion) la desaparición de las temporadas. Hace diez años, la nueva colección de un comercio en julio se reconocía perfectamente porque era un abrigo de piel y un jersey de cachemira. Pese a que el aire acondicionado del local se empeñara en aclimatarte como si estuvieras dentro de  una cámara frigorífica, te preguntabas a quién demonios le iba a apetecer probarse atavíos de invierno en pleno verano. La respuesta (propia de cuñado) era siempre la misma: "los rusos, hay mucho turismo de fuera".

Hoy, ver un plumón o una falda escocesa en una gran cadena de distribución es una señal inequívoca de que estás dentro del perímetro de la sección de saldos (nadie lo quiso en la liquidación de enero, febrero, marzo...). Sólo si una se pasea por el Passeig de Gràcia y observa los escaparates de las firmas internacionales descubrirá el otoño/invierno (2017-2018) del prêt à porter que dentro de un mes o dos la pronto moda fusilará sin problema (legal, logístico y moral) alguno.

Mientras espero a que me cobren el peaje por mi capricho estilístico, reparo en que este año es todavía más difícil advertir qué está y qué no de rebajas. Si atiendes bien (es decir, no le prestas atención a la ropa que teóricamente deberías estar admirando  y te concentras en los pequeños letreros a lo alto del estante que rezan "New" ), descubres que a tres cuartas partes del producto de la tienda no le afecta el gran cartel promocional de la puerta que promete "hasta el 50%". Y es precisamente ese "hasta" el que sirve para eternizar un penoso goteo de rebajas (10, 20, 30%...) hasta la última semana de agosto.

En otras ciudades como París, Milán o Nueva York, donde aún entienden este periodo como el momento para deshacerse del stock de la pasada temporada y no como un cansino regateo de mercadillo, empiezan el primer día con un "desde el 50%", el tercero pasan al "hasta el 80%" y a final de la semana ya han liquidado todo el viejo género. En fin, allí sí que practican lo que mundialmente se conoce como “rebajas”.