En estos días en que andan buscando calles y rincones de Barcelona para rebautizarlas con los nombres de Johan Cruyff o Pepe Rubianes no cabe duda de que hay que encontrar un espacio para inmortalizar el recuerdo de Bernardo Cortés. Nos dejó el 3 de marzo pasado y lo echaremos en falta este verano cuando nos acerquemos a las playas de la ciudad.

Llegó de Jaén en 1952 con apenas 18 años y hacía muchos años que ponía dosis de humanidad y alegría a quienes comían y bebían en los chiringuitos de la playa o los restaurantes del Puerto Olímpico. Uno de ellos cometió el error de prohibirle la entrada porque, supuestamente, molestaba a los clientes. Fue el clamor de esos clientes contra la desafortunada prohibición la que le volvió a abrir las puertas de ese local para que interpretase sus clásicos: canciones populares o infantiles.

A mi entender cantaba mal. Pero ni yo soy experto en entonaciones ni la calidad de sus interpretaciones tenía la menor importancia. Lo veían venir por el paseo marítimo con su pesada guitarra y el sencillo micrófono que amplificaba relativamente su voz y todos lo señalaban. “¡Mira, ha llegado Bernardo!”. Y su sonrisa desdentada se contagiaba. Muchos le llamaban para que se acercara. Pocos se burlaban de él. La mayoría le queríamos y nos preguntábamos y le preguntábamos cómo podía aguantar ese ritmo a su edad.

Y su edad le pasó finalmente factura. Fue a los 83 años.

Y ahora se merece, claro está, un emplazamiento físico que nos recuerde a “El poeta de la Barceloneta”.

Mi propuesta pasa por rebautizar alguna de las playas de la ciudad, que llevan el nombre de la calle o el barrio donde están. Tenemos donde elegir: “Sant Sebastià, Barceloneta, Nova Icària, Bogatell, Mar Bella i Nova Mar Bella”.

A mi me gustaría que fuera la de Nova Icària o Bogatell, que es donde compartimos algunas conversaciones entrañables. Pero aceptaré lo que dictamine el conjunto de la ciudad. Eso sí, quien haga la estatua que se inaugure junto al cambio de la placa que no haga nada alegórico. Queremos seguir encontrándonos a Bernardo en la playa tal como era. Tal como nos alegró tantas tardes y noches de verano.