Barcelona, otra vez en el escaparate. Sin apenas tiempo para haber recuperado el ritmo después de Semana Santa y tras una semana marcada por el desaire de Gerardo Pisarello –el hombre de confianza de Ada Colau-- a Sònia Recasens y la crisis de Les Glòries, la eterna plaza maldita, la capital catalana se prepara para un Sant Jordi diferente, con escritores, editoriales, libreros y floristas pendientes de la respuesta de la ciudadanía en un domingo que será soleado.

Las previsiones hablan de un Sant Jordi menos abarrotado, con más paradas de libros y menos de rosas, tal vez porque se regalarán menos flores en la capital catalana al no coincidir la jornada con un día laborable. 

El de este año será, previsiblemente, un Sant Jordi más familiar, tal vez menos intenso en Barcelona pero más celebrado en poblaciones próximas. En pocas horas, los libreros se juegan una buena parte de sus ingresos anuales y los escritores suspiran por un reconocimiento que suele serles esquivo durante el resto del año. En la era de las redes sociales, de youtubers con mucho desparpajo y tertulianos con pocos escrúpulos, más importante que escribir un buen libro es promocionarlo y venderlo bien. El marketing se ha popularizado y la literatura ha perdido parte de su autenticidad.

Sant Jordi, la fiesta más arraigada en Catalunya, acabará con un Real Madrid-Barça que añade más morbo a una jornada mágica. Hace 15 años, el Madrid de los galácticos, con Zidane y Raúl como grandes estrellas, silenció el Camp Nou (0-2) en la Champions, en plena decadencia deportiva azulgrana, con Joan Gaspart en la presidencia y Luis Enrique en el campo. Una década y media después, al club blanco incluso le vale un empate en el Bernabéu para encarrilar una Liga que ya vislumbran en la capital de España.

La actual depresión barcelonista, agravada tras la eliminación en la Champions, contrasta con el resurgir de un Madrid que sólo ha ganado una de las últimas ocho Ligas. Hoy, igual que hace 15 años, el Barça está muy tocado. Su situación no es tan crítica, ni mucho menos, pero ha llegado la hora de tomar decisiones impopulares en el Camp Nou y el presidente Bartomeu no parece ser el mejor líder. El fútbol va mal y el baloncesto, peor. Y del Espai Barça parecen haberse olvidado algunos. Una alegría en Sant Jordi aliviaría las penas de los últimos días.

Libros, rosas y fútbol serán los protagonistas de un domingo especial. El lunes todo regresará a la normalidad, con Colau buscando complicidades para salvar el tipo con la crisis de Glòries y los ciudadanos malhumorados por otra huelga de los trabajadores del metro.