Madrid aplica con severidad las restricciones al tráfico por contaminación. Las críticas arrecian sobre el consistorio de Carmena, pero la realidad es que los protocolos de actuación del Ayuntamiento de la capital eran los que ya estaban planificados en la era Botella. Estamos ante un problema técnico, no político, un problema de todos. La utopía de la ciudad sin coche está más cerca.

El aumento en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera resulta alarmante, según los últimos datos publicados por la Organización Meteorológica Mundial. En opinión de los científicos, la acumulación de emisiones originadas por la actividad humana tiene una significativa incidencia en el cambio climático. La Unión Europea está en el tercer lugar en emisión de gases, después de China y Estados Unidos. España es uno de los países más afectados. Los sobrecostes que origina están cifrados en unos mil millones de euros anuales en nuestro país.

Quien esto escribe fue multado por aparcar en una zona azul, pasadas las 22.00 horas, en un día en el que el Ayuntamiento prohibió estacionar en la 'almendra', como se conoce a la zona interna de la M-30, primer anillo de circunvalación. La intención es reducir la circulación. En Madrid ya sucede como en Santiago de Chile u otras capitales que sufren altos índices de contaminación. Cada noche hay que verificar adónde se puede acudir con el vehículo. Incluso se ha utilizado la fórmula de las matrículas: hoy circulan las pares, mañana las impares. La reducción de la velocidad es otra de las medidas que se aplica con dureza. 

Los conductores de Barcelona no han tenido que enfrentarse por ahora a un protocolo tan agresivo y aleatorio, que obliga a estar permanentemente informado. Existe, como en Madrid, un plan para impedir la circulación en los próximos años en el centro a los vehículos más antiguos y, por tanto, más contaminantes. Sin embargo, las medidas coercitivas no serán suficiente si no van acompañadas de planes de concienciación social, además de medidas que faciliten todavía más los desplazamientos sin coche, abaraten el transporte público y mejoren la logística para los vehículos eléctricos, hoy muy deficiente. Podemos cambiar de ciudad, pero éste es el único planeta que tenemos. Lo dice alguien a quien han multado.