Con los difuntos no se juega. Eloi Badia, el regidor de Presidencia, agua y energía del Ayuntamiento de Barcelona, tiene un problema que le desacredita como gestor. Cementiris de Barcelona, empresa municipal que él preside, está bajo sospecha tras el derrumbe de un bloque de 140 nichos que provocó que los restos óseos de los fallecidos quedaran al descubierto y se mezclaran para indignación de sus familiares. La respuesta de Cementiris, alertando de que el proceso de rehabilitación será largo y lento, no puede ser más desalentadora.

Cementiris de Barcelona tiene cada año beneficios millonarios. Hasta 22,2 millones acumula la empresa en los últimos 11 años. Badia, uno de los concejales más controvertidos y cuestionados del Ayuntamiento, debería explicar cuánto dinero invierte Cementiris en rehabilitar el patrimonio de la ciudad. Recientemente, la Síndica destapó sus malas praxis y acusó a la empresa municipal de desalojar un sepulcro sin haberlo notificado previamente a los familiares.

Badia, curiosamente, fracasó en abril con su plan de crear un tanatorio público tras desmarcarse ERC de su proyecto, que generó una gran tensión política entre las fuerzas municipales.

El historial de fiascos de Badia es cada día más amplio. Regidor también de Gràcia, no supo cerrar la crisis desatada por los graves disturbios de los okupas en el barrio, cuyo coste económico por los destrozos del mobiliario urbano fue de 80.000 euros, sin contar con el malestar de vecinos y comerciantes.

Badia, un personaje muy impopular en los ámbitos económicos de Barcelona, está obsesionado con remunicipalizar algunas empresas solventes por motivos meramente ideológicos. Con semejante currículum, ¿cómo pueden ser creíbles sus propuestas?, rechazadas de forma unánime por los expertos de cada sector. Bastante tiene ahora con arreglar la dejadez de Cementiris de Barcelona.