El procés lo tapa todo. El futuro de Catalunya monopoliza todos los debates políticos y empresariales de los últimos días. Gas Natural, Banc Sabadell y Caixabank ya han anunciado que trasladan sus sedes sociales fuera de Catalunya y la tensión política subirá de tono en los próximos días. En Barcelona, epicentro de todas las manifestaciones, no se habla de otra cosa. Y pasan cosas graves.

Cementiris de Barcelona, la empresa municipal que gestiona los nueve cementerios de la ciudad y los dos centros de cremación, quiere resolver por la vía rápida el malestar de las familias afectadas por el desprendimiento de 144 nichos. Jordi Valmaña, su director general, busca un acuerdo económico exprés para cerrar el caso. Las familias, que no se mueven por intereses económicos, simplemente piden responsabilidades y justicia. Están indignadas.

Valmaña, un hombre poco hábil en el arte de la comunicación, no convenció a la Síndica de Greuges con sus explicaciones del accidente del día 15. Tampoco lo hizo Eloi Badia, el presidente de la empresa municipal y regidor de Presidencia, agua y energía. Algo, según parece, huele mal y la gestión de Valmaña tiene cada día más detractores en Cementiris.

Colau, muy activa en las últimas semanas, no ha dicho ni mu. Como si el derrumbe no fuera con ella ni con sus responsables. Será porque el procés lo tapa todo.