La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, antes de empezar el pleno extraordinario / DGM

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, antes de empezar el pleno extraordinario / DGM

Información municipal

La oposición carga con todo contra Colau

El debate sobre el Estado de la Ciudad se convierte en un intercambio de reproches por la gestión de la alcaldesa, que gobierna en minoría

24 febrero, 2017 12:31

Críticas a diestro y siniestro. Los grupos municipales de la oposición han aprovechado el Pleno Extraordinario sobre el Estado de la Ciudad para denunciar con contundencia la gestión del ejecutivo de la alcaldesa Ada Colau. De hecho, más que un debate, el pleno ha resultado ser un refrito de todos los discursos de los dos últimos años.

Tras el resumen que ha hecho la alcaldesa de su medio mandato al frente de Barcelona, la oposición no ha tenido miramientos para cargar contra su gestión. “Cada grupo ha venido a hablar de su libro y sin generar debate real”, ha acertado la edil de la CUP – Capgirem Barcelona, Maria José Lecha. Y así ha sido. Mientras que con una mano los líderes de cada partido tiraban piedras sobre el tejado de los comuns y socialistas, con la otra les ofrecían una cuestionable voluntad de diálogo.

EL DÍA DE LA MARMOTA

Más de lo mismo. El pleno extraordinario solo ha sido el reflejo (densificado) de los dos últimos años de inexistente debate. El Gobierno presume de “geometría variable” a la hora de aprobar medidas y el resto de grupos critican su incapacidad para tirar acuerdos adelante. “Pasará a la historia como la primera alcaldesa que ha sido incapaz de aprobar un PAM, un PIM y las ordenanzas fiscales; los presupuestos los aprobaron por la puerta de atrás y el PEUAT de forma rocambolesca en un acuerdo de última hora con Alfred Bosch”, esgrimía la líder de Ciudadanos, Carina Mejías.

Las críticas se han precipitado sobre el ejecutivo desde la derecha y la izquierda. Unos acusándoles de incumplir sus promesas electorales por haber virado hacia la moderación, otros por haber asumido las políticas de la izquierda más radical. “Empezaron con 21 regidores y se han quedado con 15 pelados; tienen en contra desde el PP hasta la CUP; ¿no será que ustedes van a contracorriente?”, reflexionaba el concejal de ERC, Alfred Bosch.

CRÍTICAS QUE SE ESCAPAN DE LA CASA GRAN

Poco ha importado que algunas de las denuncias se escaparan de las competencias que tiene la administración local. Eso sí, siempre teniendo en cuenta qué papel jugaba su partido en las instituciones superiores. Evidentemente, ni CiU ni ERC han citado aquellas cuestiones relacionadas con la inoperatividad de la Generalitat. En la misma línea, los populares tampoco han hecho ninguna referencia a los incumplimientos en infraestructuras del Gobierno central con Barcelona.

Como reflejo del estira y afloja, sobre la mesa no ha tardado en salir el incremento descontrolado de los alquileres. Una cuestión a la que Colau ha pedido colaboración al PP y a C's para que transmitan la necesidad de reformar la ley de arrendamientos urbanos al Gobierno del Estado. Petición que ha obtenido la misma respuesta que el resto de demandas a otras instituciones: “Siempre encuentran un culpable”, han apelado los grupos de la oposición.

Ni unos ni otros han conseguido encontrar un solo punto para hacer frente común. Si el “catastrofista” estado de la ciudad no parece tener ninguna propuesta concreta más allá de las vacías palabras, un posible acuerdo de ciudad también parece cada vez más lejano. El mantra de la gesticulación (en lugar de gestión) se ha extendido a todos los partidos en lo que a su labor respecta.